domingo, 11 de septiembre de 2011

La otra tragedia del 11-S

A diez años: más de 236 mil muertos, en su mayoría civiles, en Irak y Afganistán

Desde los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001, al menos 236.500 personas, la mayoría de ellas civiles, murieron en incidentes relacionados con la denomimada “guerra contra el terrorismo” iniciada por los Estados Unidos en Irak y Afganistán, según el Informe “Costs of War" realizado por el instituto norteamericano Watson de la Universidad de Brown (EE.UU.). Irak es el país más afectado: 171.000 muertos frente a los entre 30.400 y 45.600 en Afganistán o los entre 35.000 a 45.000 en Pakistán. Un total de 170 periodistas y personal de medios de comunicación murieron desde 2001 en Irak y Afganistán, como así también 279 trabajadores humanitarios.

Las cifras de víctimas mortales, actualizadas al pasado 4 de septiembre, estiman un mínimo de 236.000 muertos y un máximo de 261.700. Los conflictos en Irak y Afganistán se han cobrado la vida de 6.226 soldados estadounidenses –4.477 en Irak, 1.749 en Afganistán–. Unos 126.000 civiles iraquíes y entre 12.400 y 14.700 residentes afganos han muerto en acciones de combate o atentados insurgentes.

Al menos 19.000 insurgentes iraquíes han muerto en estos últimos diez años, sin contar los más de 10.000 soldados iraquíes a las órdenes del fallecido dictador Sadam Husein muertos en combate durante la invasión de Irak. Entre 10.000 y 20.000 insurgentes afganos han muerto en este período de tiempo, por entre 5.138 y 8.000 efectivos de las fuerzas de seguridad del país centroasiático.

Un total de 170 periodistas y personal de medios de comunciación han muerto desde 2001 en los conflictos de Irak y Afganistán. El saldo de trabajadores humanitarios fallecidos es de 279.

Estados Unidos gastó 400.000 millones de dólares adicionales en seguridad, más 1,3 billones de dólares en las guerras de Irak y Afganistán sin contar el interés en la deuda bélica y la atención sanitaria a los veteranos, según el proyecto de investigación “Costs of War” del Instituto Watson de Estudios Internacionales, de la Universidad de Brown.

“El presidente y la policía tienen más poder, y se atribuyen más autoridad para entrometerse en las vidas privadas de los ciudadanos, con menos supervisión de los tribunales. La seguridad en los aeropuertos es mucho más minuciosa”, resumió un cable de Reuters

Poco después del 11 de septiembre, el gobierno estadounidense recurrió a dos polémicas estrategias ante las amenazas desde el extranjero: las llamadas entregas extraordinarias –transferencias ilegales de sospechosos extranjeros capturados a un tercer país para su detención e interrogatorio–, y el encarcelamiento de supuestos extremistas detenidos en el extranjero en la base militar estadounidense de la Bahía de Guantánamo, en Cuba.

“Diez años después, si todavía estamos con esta mentalidad de emergencia, es que es así como somos ahora. Esta es la nueva normalidad”, dijo Susan Herman, presidenta de la Unión de Libertades Civiles Americanas. “En algún momento, si no das marcha atrás en ese proceso, realmente te has trasladado a un estado orweliano”.

“Para mí no hay duda de que ha merecido la pena”, dijo el congresista Peter King, un republicano de Nueva York, presidente del Comité de la Cámara de Representantes sobre Seguridad Nacional.

“Acciones como la Ley Patriótica, las inspecciones en los aeropuertos, la seguridad aeroportuaria, todo eso es ciertamente mejor que gente quemándose hasta la muerte o teniendo que lanzarse desde edificios de 106 pisos”, sostuvo King. La Ley Patriótica, aprobada en octubre de 2001, amplió los poderes de vigilancia de las autoridades competentes.

La reacción al 11 de septiembre también creó una robusta industria de seguridad que ha beneficiado a compañías como OSI Systems, cuya unidad Rapiscan fabrica escáneres corporales para los aeropuertos. Los ingresos anuales de OSI crecieron desde 111 millones de dólares a 623 millones en 2008. Los analistas esperan ganancias en el rango de los 700 millones de dólares para 2012.

Otras compañías como L-3 Communications Holdings, Verint Systems, FLIR Systems y American Science and Engineering también vieron un fuerte crecimiento, pero deben adaptarse a la reducción de gasto del Departamento de Seguridad Nacional debido a la crisis presupuestaria de Washington.

El negocio se está enfrentando a la oposición pública a los escáneres en los aeropuertos y espera más crecimiento potencial en máquinas que inspeccionen contenedores de carga o camiones de mercancías.

La invasión a la privacidad es más incómoda, especialmente para los musulmanes y la gente con raíces en Oriente Próximo, que se enfrentan a la discriminación y se han visto atrapados en la red de seguridad.

“Es peor ahora de lo que era el 11 de septiembre de 2002”, dijo Dawud Walid, responsable de la rama de Michigan del Consejo de las Relaciones Islámicas-Americana. “No creo que las cosas vayan a ser muy diferentes en cinco o siete años”.

Un destacado defensor de los derechos civiles culpa al actual presidente, Barack Obama, de aumentar el crecimiento del poder ejecutivo. Jonathan Turley, profesor de la escuela de Derecho en la Universidad George Washington, describió a Obama como una “pesadilla” que traicionó a los defensores de derechos después de hacer campaña contra la estrategia de Bush.

“Es muy fácil abandonar las libertades civiles, pero es muy difícil recuperarlas”, dijo Turley.

King no se mostró de acuerdo y expresó su confianza en que los tribunales protejan a los inocentes afectados por errores policiales.

“No veo ningún extremo en absoluto”, dijo. “Mi preocupación es que la gente en el gobierno no se lo tome lo bastante en serio e intente ser políticamente correcta”.

Fuente: Reuters