martes, 13 de septiembre de 2011

Manotazos de ahogados

Por Vicente Battista

El verdadero y definitivo significado de la frase sólo lo comprenderán aquellos que alguna vez, nadando, sintieron que se les endurecían los brazos o las piernas o ambas cosas a la vez. En ese momento se piensa en un calambre, aunque poco importa en lo que se piense. Lo único cierto es que están inmóviles y que, como consecuencia de esa inmovilidad, se ahogarán sin remedio. Entonces construyen el último gesto desesperado: dan, lo que se dice, un manotazo de ahogado, con la lejana esperanza de que alguien los ayude.
Un sobresalto equivalente muchas veces se produce fuera del agua, ya que no siempre es esencial el mar, el río o la piscina a la hora de ahogarse. Esa misma angustia terminal es posible experimentarla ante los resultados de las elecciones primarias o frente al inexorable avance de un juicio por estafa. El candidato a presidente Eduardo Duhalde y su señora esposa, la senadora Hilda González de Duhalde, son una acabada muestra de la primera circunstancia. Sergio Schoklender, de la segunda.

El aspirante a presidente y su esposa senadora insisten en hablar de fraude, ensayan discursos y dibujan números imposibles, dan manotazos de ahogados no con la esperanza sino con la certeza de que algunos medios de comunicación los ayudarán, les brindarán esa mano salvadora que los sacará del agua. Hubo algún politólogo y algunos periodistas formadores de opinión que ensayaron ciertas ayudas, demacradas, sin sustento. Las últimas encuestas indican que no fueron efectivas: el candidato a presidente se está hundiendo cada vez más, y su señora esposa seguramente lo acompañará en el derrumbe. La mentira tiene patas cortas, pero ellos, ajenos a los refranes populares, pertinaces y laboriosos, insisten e insisten. Tal vez convenga recordarles otro refrán: tanto va el cántaro a la fuente que al final se rompe.
Con Sergio Schoklender pasa algo parecido. No bien se alumbraron ciertos hechos oscuros que lo complicaban, embistió contra las Madres, intentó borrar de un plumazo lo que ellas habían conquistado a lo largo de 37 indeclinables años de lucha valiente, paciente y honesta. Aseguró que las Madres, como si fueran personajes del Jet Set, utilizan aviones privados, dijo que tienen dos millones de euros en bancos europeos y afirmó que ayudan económicamente a los candidatos del gobierno en la disputa electoral.
Como él mismo esperaba, ciertos periodistas formadores de opinión ensayaron algunos disparates en defensa del hijo pródigo. Fue en vano. Uno de los documentos que presentara como prueba irreversible resultó una burda falsificación. Sus propios abogados lo han abandonado. Se ahoga sin remedio. Dice que va a revelar la terrible verdad y convoca a una conferencia de prensa que nunca se produce: elige canjearla por un reportaje en “Noticias”, una revista que convierte sus notas políticas en genuinas piezas de ficción: inventa casi todo lo que dice y utiliza los potenciales —habría, tendría, sabría— con alarmante frecuencia.
El reportaje ha tenido algún eco. Morales Solá, también fervoroso amigo de los potenciales, escribió en “La Nación”: “Schoklender podría ser un arrepentido si no fuera un extorsionador. Más allá del propósito de sus actuales denuncias, seguramente espurio, lo que importa es la veracidad de sus aseveraciones”. Reconoce lo espurio de la denuncia, pero le da crédito a lo denunciado, y señala que como Schoklender es abogado, “sabe que las mentiras ante la prensa, sin respaldo judicial, podrían agravar su situación. ¿Cómo explicar, entonces, que Bonafini fuera titular (hasta 2009, según él) de una cuenta en el exterior con dos millones de euros?”
No es tan difícil de explicar, Schoklender da manotazos de ahogado, repite el gesto de Duhalde. Uno lo hace con la vana esperanza de lograr la primera magistratura, el otro con la vana esperanza de no terminar en la cárcel.

Fuente: Diario Registrado