jueves, 27 de octubre de 2011

Néstor, el gran despertador

Todos los que venimos bancando este proyecto político llevamos hace un año un Néstor encima. Todos los que entendimos que era posible cambiar algo llevamos un Néstor encima; todos los convencidos de que es mentira que los de afuera siempre tienen razón llevamos un Néstor encima; todos los que vimos que el peronismo no era Duhalde llevamos un Néstor encima; todos los que hoy estamos tristes llevamos un Néstor encima.

Y otros se ponen locos y nos dicen que paremos, que bajemos un par de cambios, que no es para tanto, que todo bien con Néstor pero que tampoco lo reinventemos como si fuera un Che con mocasines y una Bic en mano...

Qué le vamos a hacer, no entienden.

No entienden, no lo entendieron y por eso están al costado. No entendieron que la virtud de este tipo fue la de cambiar sobre la marcha si las condiciones así lo indicaban y que fue esa característica la que lo fortaleció para lograr un punto de autonomía que le posibilitara desplegar su juego. Argentina estaba acostumbrada a dirigentes políticos pusilánimes que musicalizaban sus retrocesos y agachadas carajeando para que la gilada pensara que se la bancaban siendo que era sólo una puesta en escena para que no se viera el nivel del renuncio que se habían mandado. Y el propio Néstor, que tuvo la capacidad de ganarse el respeto llegando a la presidencia con menos votos que los porcentajes de desocupación cometió algún desliz en ese sentido, pero cuando la situación lo puso ante la encrucijada, ahí sacó lo mejor de sí, ahí fue por todo y es esto lo que lo hizo distinto.

La otra gran diferencia la marcó cuando demostró que era un capitalista inteligente y desde ahí le peleó al establishment. Néstor murió tratando de reconvertir las nociones imperantes en nuestro país. Néstor murió tratando por todos los medios de diseñar una estructura nueva y por supuesto que no lo consiguió, pero al menos trató de sentar las bases de algo distinto. No es fácil modificar una estructura consolidada en décadas, mucho menos cambiar la mentalidad de los empresarios argentinos, muy infectados por los gurúes que no saben hacer otra cosa que recomendar salidas que nunca dieron resultado y que en estas horas demuestran su inutilidad en Europa. Era muy difícil también hacer que la sociedad deje de creer acríticamente que la razón la tienen Broda, Cavallo y todo lo que ellos expresan. Bueno, el resultado del domingo vendría a demostrar que se avanzó muchísimo en ese sentido.

Pero su principal aporte -y perdóneseme la vulgaridad- fue ser el gran despertador. Desde 1955 en adelante a los argentinos nos habían dormido, estábamos como dopados, incapaces de pensarnos como algo distinto. Se hizo hegemónica esa mirada que nos ponía siempre en segundo lugar, siempre dependientes, siempre accesorios, siempre socios menores de la grandeza de otros. Néstor nos zamarreó, nos hizo entender que no era así la cosa, que se podía al menos intentar otro camino y lo fogoneó desde las entrañas mismas de ese poder tan desprestigiado en 2001. Demostró que al fin y al cabo el gobierno es un instrumento y que si se lo usa en un sentido distinto puede ser útil a los intereses populares. Demostró también que hacer política es analizar fríamente el tablero y operar en consecuencia, de ahí su reconocimiento que sólo en la estructura del peronismo podía acumular el suficiente volúmen político como para bancar su proyecto. Y obró en consecuencia siendo que en un principio intentó con la transversalidad un camino distinto. Rápidamente se dio cuenta que ese no era el camino y pegó el volantazo. Hizo política, mucha política. Por eso este presente, por eso tanta banca, por eso tantos votos, por eso tanta esparanza, por eso tanta pena a esta hora, cuando hace un año sentado en este mismo lugar, con esta misma máquina, a esta hora empecé a presentir lo peor.

Fuente: http://tirandoalmedio.blogspot.com/