viernes, 16 de diciembre de 2011

Moyano en Huracán

Podemos recitar liturgia peronista, del estilo de "el movimiento es amplio", "cuando parece que nos estamos peleando, nos estamos reproduciendo", "los pies en el plato", etc. pero eso es un distractivo para tranquilizar conciencias. Algo podemos sacar en claro del discurso de Moyano hoy: no rompió. Renunció a sus cargos en el PJ y llamó al Consejo Nacional y al PJ PBA cáscaras vacías. Reconozcámoslo: puede tener algo de razón, sobre todo en la PBA, un territorio (el más importante a nivel electoral) en el que se disputan poder el gobierno provincial (poco), los intendentes, el kirchnerismo y en el que poco espacio hubo para que Moyano y el sindicalismo hicieran pie. ¿Pero cuándo fue distinto? ¿Con Cafiero durante el alfonsinismo? ¿Con Menem? ¿Con Duhalde en la PBA? ¿Con Kirchner? Y no, romper sería convocar a un Paro General. Como amagó hacer en marzo. Esa sería la extorsión y no el ejercicio del derecho a huelga.

Moyano dice que el negrito puede hablar de política. Claro que puede. Y debe. Pero no nos confundamos: no hace política electoral. Moyano, o el sindicalismo, no podría, en el corto o mediano plazo, sacar un Lula de la manga. La política que hace es sectorial. Cristina, en cambio, hace política electoral y representa, aunque no la hayan votado todos, a 40 millones de argentinos, como gusta decir. Entonces, hay algo que dijo Fede Vázquez que es central respecto a la actitud coyuntural de Moyano: «su corporativismo está en la cornisa de volverse anti estatal. La centralidad política del sindicalismo tenía (y debería seguir teniendo) al capital como su contraparte».

Sin hacer caso a la liturgia, ejercitemos un poco de realismo: fuera del peronismo no hay nada. Y dentro del peronismo, la conducción es de Cristina. Y la CGT, el MOO, es, como dijo Moyano hoy, el que defiende las conquistas. Tiene razón: no es La Cámpora la que banca los trapos. Haciendo historia contrafáctica, si la situación de la conducción hubiera resultado debilitada por las urnas, el precio de Moyano como "garante del modelo" hubiera aumentado y hubiera traspasado los límites del sindicalismo. Como no ocurrió así, el Hugo se planta desde su sector. Pide que le abran el juego y muestra el músculo que tiene para bancar el pedido. Es decir, quiere no sólo estar en la mesa de negociación sino una posición privilegiada y con acceso a la mesa chica. Nada muy raro si, como bien recuerda Abel, «...poco antes de la 1ra. asunción de Cristina, en 2007, Hugo Moyano “apretó” con la posibilidad de romper relaciones, (y) Néstor Kirchner lo manejó con serenidad budista...».

No podemos negar, de todas maneras, que existe una disputa que tiene múltiples aristas: la pelea por espacios de poder, por las listas armadas a dedo por CFK, por dinero de las obras sociales, por la participación y el impuesto a las ganancias, hacia el interior del sindicalismo y hacia afuera para contrapesar el acercamiento de la UIA (o a la UIA), por una "sensación" de Moyano de no ser lo suficientemente reconocido y cuidado y, fundamentalmente, por qué sector pagará, en mayor medida, la crisis.

Fuente: Los huevos y las ideas