viernes, 9 de diciembre de 2011

Nueva asunción presidencial

Por Sergio Fernández Novoa (Presidente de ULAN y Consejo Mundial de Agencias de Noticias)

Los argentinos celebraremos esta nueva asunción presidencial como reafirmación de la democracia real. Estamos empezando a cerrar un ciclo que comenzó con la dictadura en 1976 y que dejó un costo imposible de representar en números: la desaparición de treinta mil personas y cientos de miles de presos, exiliados y perseguidos, la destrucción del aparato productivo y el endeudamiento externo, entre otros aspectos que se apoyaron en una abrumadora derrota cultural.

Casi todo el siglo XX estuvo marcado por la interrupción de gobiernos electos por los ciudadanos. El fraude y los golpes de Estado, fueron los caminos elegidos por los sectores dominantes para abortar procesos populares o, simplemente, para conjurarlos.

Sólo entre 1922 y 1930 con las presidencias de Hipólito Yrigoyen y Marcelo T. de Alvear y en el decenio peronista del 45 al 55, hubo continuidad democrática. Recién después de la dictadura más sanguinaria de la que tenga memoria nuestra patria la historia comenzó a ser otra.

El ciclo que se inició con Raúl Alfonsín en 1983 y que tiene en la asunción de Cristina Fernández de Kirchner a su octavo gobierno democrático consecutivo, es el más duradero de nuestra vida como Nación. Aunque tanto Alfonsín como Fernando De la Rúa debieron adelantar la entrega del gobierno, el respeto a la constitución garantizó la continuidad en los últimos veintiocho años.

El emergente de la juventud en la política, que supone a quienes sólo vivieron en democracia, nos permite alumbrar un tiempo en la cultura ciudadana donde necesitamos de nuevos valores, tanto en el plano individual como en el colectivo.

Votar periódicamente para elegir a nuestros representantes y mantener en el tiempo instituciones que garanticen las libertades individuales y los derechos sociales, es muy importante. Pero cuando la democracia se conforma con lo formal pierde encarnadura y se aleja de las mayorías. Podemos observarlo en buena parte de los países que en el último siglo se autodenominaron “democracias occidentales”. Los indignados españoles o de Wall Street, los millones que repudian el ajuste en las calles de Gran Bretaña, Grecia o Francia, nos recuerdan lo sucedido en nuestro país en las últimas horas de la década del noventa. No quieren una dictadura, tampoco una democracia vacía de contenido. Quieren más y mejor democracia.

La Argentina de hoy vive sin dudas en una mejor democracia, cimentada en mayor equidad, mejor calidad de vida, igualdad de oportunidades y respeto a la diversidad. Nuestra política se reencontró con la esencia del “gobierno del pueblo”, la representación. Hoy tenemos un espacio que alienta el ejercicio cotidiano de la pluralidad, volvimos a hablar de política, de economía, de lo que nos pasa y lo que queremos que nos pase y así el conjunto de la vida social se fortalece.

Un síntoma inequívoco de esa profundización de la democracia es el informe de la ANSES sobre la Asignación Universal por Hijo conocido días atrás. A dos años de su implementación, un millón de chicos más se incorporaron al programa, mientras que 1.117.325 ya dejaron de cobrarlo porque sus padres consiguieron un empleo formal, se inscribieron como monotributistas, accedieron a una jubilación o forman parte de planes sociales administrados por las provincias. Rompieron el muro de la exclusión.

Como sostenemos desde esta columna, la construcción de un nuevo mapa de medios es imprescindible para desandar la concentración, el monopolio y el pensamiento único. Esta semana Cristina volvió a dejar claro queno piensa detener la marcha en ese sentido, será preciso mantener la llama del debate popular que precedió a la votación de la ley de servicios de comunicación audiovisual para las batallas que vienen.

Los argentinos tenemos muchas razones para sentirnos orgullosos en este 10 de diciembre. Podemos decir, con orgullo, que en el Día Internacional de los Derechos Humanos vivimos en un país donde se hace justicia con el pasado reciente pero también se apuesta a garantizar los derechos de todos en tiempo presente.

No se trata de una asunción presidencial más. El pueblo votó el 23 de octubre para ahondar la senda, para afirmar un camino. El derecho a votar que recuperamos en 1983 adquiere, a partir de la Presidencia de Néstor Kirchner en 2003, una nueva dimensión. La vigencia efectiva de los derechos sociales, la equidad, la democracia plural y participativa serán las claves del segundo mandato de Cristina. Y el Pueblo, que se siente por fin protagonista, se prepara para festejarlo.

Fuente: Diario Registrado