viernes, 27 de enero de 2012

La Reforma Comunicacional en Latinoamérica

La reforma comunicacional argentina está contagiando a muchos pueblos de Latinoamérica. Brasil, por un lado, Ecuador por el otro.
Dos ejemplos claros de gobiernos que deben soportar ante cada decisión democratizadora en cuestiones sociales, un conglomerado opositor nucleado en un centro de poder comunicacional concentrado. No es para menos, siendo que es en América del Sur donde sorpresivamente se han descubierto las bases sobre las que se asentaba el poder corporativo en los procesos históricos de los últimos tiempos, esto es, las empresas con capacidad suficiente para intervenir en los estados y reorientarlos en su favor.


El New York Times llama en una editorial reciente “asalto a la democracia” (ver) a la decisión de Rafael Correa de llevar a la justicia a los directivos del diario de mayor tirada del país, El Universo, por haber publicado en una editorial, luego de llamarlo dictador, que un futuro gobierno "podría llevarlo ante una corte penal por haber ordenado fuego a discreción y sin previo aviso contra un hospital" durante el intento de golpe camuflado en rebelión policial del 30 de septiembre de 2010.
El matutino norteamericano agrega que “teniendo en miras las elecciones presidenciales del próximo año, en las que será candidato, el Sr. Correa ha presionado a través de la propuesta de una ley que prohibiría a los medios promover directa o indirectamente algún candidato, propuestas alternativas, opciones, preferencias electorales o tesis políticas a través de artículos o cualquier otra forma informativa”.

No es de extrañar que la CNN haya solicitado el asesoramiento vía skype de argentinos residentes en Norteamérica para informar sobre esta cuestión, teniendo en cuenta que esta novedosa experiencia ecuatoriana tiene un antecedente directo incuestionable: la Ley de Servicios Audiovisuales aprobada por el parlamento argentino tiempo atrás. Claro que los asesores opinaron con el mismo enfoque corporativo que el New York Times. Pero llama la atención la utilización de verbos potenciales para referir los alcances de la ley (“prohibiría”) y ninguna transcripción del texto legal. La interpretación dominante es simplemente eso, interpretarla antes que leerla.

Por si esto fuera poco, el juez de la Corte Suprema Luis Pacheco parece haber enfermado repentinamente y la audiencia de casación que debía contar con tres jueces fue suspendida el pasado 24 de enero. Cuando me refiero a la capacidad de reorientar las decisiones de los estados, también están incluídos los magistrados.
En Brasil un grupo de espacios de medios independientes y blogs están armando un interesante contralobby para lograr algo similar que es sin más, una ley democratizadora de los medios de comunicación. Dilma Rousseff y Lula se han mostrado más que interesados en abrazarlos inspirados seguramente en la experiencia de Cristina Fernandez de Kirchner en Argentina.
El Grupo Clarín y el Grupo Globo tienen en común haber concentrado más y más posiciones en el mercado en épocas de facto: el primero obteniendo la empresa productora de celulosa Papel Prensa y sancionando una ley de medios absolutamente acorde a sus intereses; el segundo obteniendo de la dictadura brasileña la red nacional de microondas. Ambos gigantes han definido el quehacer político y económico hasta mucho tiempo después del advenimiento de la democracia.

La familia Marinho está llevando una intensa campaña que tiende a demonizar a la presidenta argentina y de esta manera presionar a Dilma, luego de que haya dado lugar a una Comisión por la Verdad para hechar luz sobre los crímenes cometidos en épocas de interrupción constitucional.
A Rafael Correa le acaban de ofrecer unas disculpas pero adjuntando un pliego de condiciones que para nosotros, los argentinos, no resultan para nada sorprendentes. Revisando el pasado de los tres países; analizando las decisiones democráticas tomadas por las tres gestiones actuales y teniendo en cuenta la reacción de los grupos económicos dominantes ante cada una de esas decisiones, es cuando podemos adelantar que las medios hoy, no son el cuarto poder: son el poder.

Fuente: http://www.patriasi.com.ar