sábado, 4 de febrero de 2012

El día después de Caseros

Ayer se conmemoró un aniversario más de aquella gran derrota nacional que fue la batalla de Caseros. Hoy, revisando viejos números de la revista Crisis, encontré el texto del cual pondré aquí un tan sólo algunos fragmentos debido a su extensión, porque me parece que aporta lúcidamente el punto de vista de un auténtico patriota al actual debate sobre la historiografía de línea nacional y revisionista y la reacción de la escuela mitrista, que busca proteger los valores que fundaron la República oligárquica desde, precisamente, 1852 y con mayor énfasis, a partir de 1862. Como se verá, los temas que aborda son de una abosluta actualidad hoy, sesenta y dos años después de que fuera escrito. Y los intereses que denuncia, los mismos.

Así se presenta dicho texto en la revista Crisis n°23, fechada en marzo de 1975:

"En 1950 el diario La Época realizó una campaña de difusión del revisionismo, parte a su vez de uno de los tantos intentos de repatriación de los restos de Rosas. De ella, Edgardo F. Murray exhumó para Crisis una carta dirigida al diario por el entonces diputado nacional John W. Cooke, en la que éste ahonda en las relacionaes entre revisionismo y política..."

Fragmentos de la carta:

"Destruir las falsedades de la historia "oficial" con el fin de hacer justicia distributiva con los actores del drama argentino, sería obra en sí, muy loable. Peguy nos recuerda que una injusticia compartida, aún con la simple complicidad del silencio, puede envilecer a toda una comunidad.
Pero no es ese el propósito fundamental de quienes están empeñados en destruir el conjunto de fábulas que nuestro pueblo ha venido soportando bajo el título de Historia Argentina. El contenido de la labor de revisión es mucho más profundo. El problema supera la propia personalidad de los actuantes, porque es un dilema de ser o no ser, un planteo de supervivencia de valores auténticos, de continuidad nacional.
Por eso afirmamos que no puede haber una total independencia argentina sin una liberación intelectual que complete la liberación políticia y económica. Lo que hasta ahora se nos ha enseñado como "historia" es una maliciosa tergiversación de hechos reales, escrita por el grupo triunfante después de Caseros -esa fecha infausta de nuestra cronología histórica- y corresponde a determinados y espurios intereses económicos, políticos y conceptuales.
No ha sido falseada porque sí. Ha habido interés en las clases dirigentes en perpetuar, a través de los tiempos, las mentiras que denigran a quienes combatieron contra la oligarquía argentina, y en exaltar a los paladines de las ideas de clase y de círculo que dominaron desde 1852 hasta la Revolución Nacional.

(...)

Otro engaña-bobos que utiliza la oligarquía, es el de afirmar que el revisionismo histórico constituye una tentativa de justificar los regímenes despóticos de gobierno. para sostener este criterio se identifica a Rosas con el régimen de la Tiranía y se concluye con un falaz raciocinio de ingenuidad primitiva, que , al surgir la figura de aquél como auténtica expresión de valores nacionales, el revisionismo habrá constituido una exaltación de la fuerza como sistema de gobierno.
El movimiento tendiente a hacer conocer la historia argentina es, por el contrario, democrático y popular. Es una exaltación de los valores morales de la ciudadanía en contra de la axiología mercantilista y de la concepción de clase de las minorías oligárquicas.

(...)

Pero viene Caseros, producto de una coalición conra nuestro país.
Inglaterra, Francia, Brasil, la Banda oriental, todos colaboran para destruir la Confederación Argentina, que altivamente se ha opuesto a la penetración imperialista en el Río de la Plata. Sarmiento había proclamado la necesidad de que las grandes potencias abrieran a cañonazos los ríos argentinos. Alberdi confesará: "los motivos y objetos principales de la revolución liberal que derrocó a la tiranía de Rosas en 1852, fueron todos económicos". Nuevamente toman los comandos del país los defensores de la oligarquía argentina, desposada indisolublemente con los intereses imperialistas. Tan pronto ha caído Rosas y ha sido eliminado Urquiza, proclaman la necesidad de sacrificar al gaucho en aras de la "cultura", del "progreso", de la "civilización"; esos principios abstractos que encubren las conveniencias económicas de los países dominadores.

(...)

"Cien años de civilización no harán del gaucho un buen obrero inglés", afirma Alberdi. Este era el pensamiento de la oligarquía. Lo antiamericano, lo anticriollo, lo antiargentino, fue exaltado precisamente por aquellos americanos, aquellos criollos, por aquellos argentinos que, constituidos en clase dirigente, pretendían hacer olvidar su origen, su sangre, su idioma. renegaban de la tierra para igualarse a los conquistadores y los amos imperialistas, con la conocida intransigencia de todo neófito.
La oligarquía siempre ha sido liberal, pero no democrática.

(...)

Como hombres de la Nueva Argentina, somos una continuidad histórica de los hombres que auténticamente hicieron la nación. Rechazamos compartir pasivamente una historia tan poco sincera como todo lo que manejó la oligarquía argentina. la tarea no es fácil, pero sí digna de llevarse a cabo sin demayos. La oligarquía procurará no ceder este terreno, como se ha visto obligada a ceder en otros. Escéptica como es de los valores morales, no cree que el empuje de la fuerzas de la nacionalidad sea suficiente como para que éstas lo logren, en lo conceptual, el triunfo que han obtenido en otros aspectos. Una vez más el pueblo ha de desmentirla."

John William Cooke

Fuente: http://pensando-la-argentina.blogspot.com/