Por Gerardo Fernández
El lugar común que trasunta Beatriz Sarlo en este video está cargado de prejuicios verdaderamente clasistas y discriminadotes según los cuales, para “votar bien" hay que tener acceso a condiciones de vida medianamente dignas. Por empezar habría que definir qué es “votar bien” puesto que lo que para los sectores populares es un buen voto, evidentemente no lo es para los sectores a los que la columnista de La Nacion expresa. La gente tiene muy claro qué políticas y qué candidatos están en condiciones de dar una mejor respuesta a sus necesidades. El problema es de los que le siguen negando a las masas populares aptitud para votar ¿Qué determina, salvo un prejuicio de clase, que el voto por Binner de un señor con buen pasar, domiciliado en Olivos, sea "mejor" que el de un laburante del segundo cordón por Cristina?
Para saber qué candidato o proyecto político le conviene, una persona no tiene necesariamente que reunir las condiciones que exige el imaginario de los sectores medios. Incluso podría hasta discutirse si en materia política las clases medias y media altas están más informadas que los sectores populares. La demostración de esto está en la ciudad de Buenos Aires, donde los sectores acomodados han sido el núcleo duro de la adhesión al macrismo, y contrariamente a lo que este conglomerado suponga, sus condiciones de vida no han mejorado por las políticas del PRO sino por las de ese kirchnerismo que tanto abominan, mientras que cuando estuvieron en problemas fue como consecuencia de la devastación que dejó precisamente ese neoliberalismo que Mauricio Macri ha venido a recrear.
Cuando votan, las masas populares privilegian cuestiones objetivas: si tienen trabajo, si mejoró el nivel adquisitivo del salario, si hay más empleo, etc. Y deciden en función de estos datos duros. Saben muy bien qué les conviene y qué no. Mayoritariamente depositan el voto en el peronismo pues desde mediados del siglo pasado hasta ahora ha sido la fuerza que objetivamente más ha hecho para favorecerlos y tiene un despliegue territorial que le da presencia en cada conglomerado urbano. Este dato no es menor: uno de los errores más graves de las fuerzas opositoras ha sido descreer de la presencia barrial, del trabajo en la base, y creer que la vía de acumulación provendrá de la presencia en los medios. Ya el FREPASO demostró de qué sirve crecer en los medios... El punto es que con esta priorización de lo mediático se alejaron de toda posibilidad de contacto cuerpo a cuerpo con los sectores a los que aspiran representar.
No obstante, es bueno recordar que el despliegue terrritorial no garantiza por sí solo el triunfo. El duhaldismo, controlando ampliamente la provincia de Buenos Aires, perdió en 1997 contra Graciela Fernández Meijide, candidata de la incipiente Alianza. Más tarde, en 2005, el mismo aparato perdió contra la candidatura de Cristina Fernández de Kirchner y en 2009, el mismísimo Néstor Kirchner, controlando buena parte del aparato del PJ perdió en la provincia de Buenos Aires ante Francisco De Narváez. Lo territorial incide, pero no es determinante. Se puede tener el aparato y perder.
El error de estos recurrentes análisis sobre “la calidad del voto", que generalmente provienen de sectores minoritarios, radica en el desprecio por la capacidad de discernimiento de los sectores populares respecto a qué fuerza política le ofrece mejores perspectivas para mejorar sus condiciones de vida. Mientras no revisen estas formas obsoletas de estudiar los porqué del voto popular, las fuerzas que se enfrentan al kirchnerismo y sus intelectuales afines no harán más que cosechar derrotas.
Fuente: Diario Registrado
Para saber qué candidato o proyecto político le conviene, una persona no tiene necesariamente que reunir las condiciones que exige el imaginario de los sectores medios. Incluso podría hasta discutirse si en materia política las clases medias y media altas están más informadas que los sectores populares. La demostración de esto está en la ciudad de Buenos Aires, donde los sectores acomodados han sido el núcleo duro de la adhesión al macrismo, y contrariamente a lo que este conglomerado suponga, sus condiciones de vida no han mejorado por las políticas del PRO sino por las de ese kirchnerismo que tanto abominan, mientras que cuando estuvieron en problemas fue como consecuencia de la devastación que dejó precisamente ese neoliberalismo que Mauricio Macri ha venido a recrear.
Cuando votan, las masas populares privilegian cuestiones objetivas: si tienen trabajo, si mejoró el nivel adquisitivo del salario, si hay más empleo, etc. Y deciden en función de estos datos duros. Saben muy bien qué les conviene y qué no. Mayoritariamente depositan el voto en el peronismo pues desde mediados del siglo pasado hasta ahora ha sido la fuerza que objetivamente más ha hecho para favorecerlos y tiene un despliegue territorial que le da presencia en cada conglomerado urbano. Este dato no es menor: uno de los errores más graves de las fuerzas opositoras ha sido descreer de la presencia barrial, del trabajo en la base, y creer que la vía de acumulación provendrá de la presencia en los medios. Ya el FREPASO demostró de qué sirve crecer en los medios... El punto es que con esta priorización de lo mediático se alejaron de toda posibilidad de contacto cuerpo a cuerpo con los sectores a los que aspiran representar.
No obstante, es bueno recordar que el despliegue terrritorial no garantiza por sí solo el triunfo. El duhaldismo, controlando ampliamente la provincia de Buenos Aires, perdió en 1997 contra Graciela Fernández Meijide, candidata de la incipiente Alianza. Más tarde, en 2005, el mismo aparato perdió contra la candidatura de Cristina Fernández de Kirchner y en 2009, el mismísimo Néstor Kirchner, controlando buena parte del aparato del PJ perdió en la provincia de Buenos Aires ante Francisco De Narváez. Lo territorial incide, pero no es determinante. Se puede tener el aparato y perder.
El error de estos recurrentes análisis sobre “la calidad del voto", que generalmente provienen de sectores minoritarios, radica en el desprecio por la capacidad de discernimiento de los sectores populares respecto a qué fuerza política le ofrece mejores perspectivas para mejorar sus condiciones de vida. Mientras no revisen estas formas obsoletas de estudiar los porqué del voto popular, las fuerzas que se enfrentan al kirchnerismo y sus intelectuales afines no harán más que cosechar derrotas.
Fuente: Diario Registrado