De La Sota presidente
De La Sota es de los pocos gobernadores que tiene un proyecto provincial. Y un amplísimo consenso. No es Macri, que es más o menos un boludo que no sabe dónde está parado. Macri es inculto, pueril, de reflejos que contradicen el paradigma que sus publicistas intentaron crearle a una administración del puerto que no sobresale en nada. Macri cree, como creen quienes confunden propaganda con política pero en un sentido, en el caso del PRO, inverso, más conservador aún, Macri cree religiosamente en lo dado, es decir, aunque parezca una tautología, Macri cree en que lo que está, está y sólo resta administrarlo. Que hay que administrar no los conflictos sino lo dado, que no lo entiende, jamás, como conflictivo. De tener que hacerse cargo de un municipio no portuario o una provincia, Macri, sencillamente, tendría que irse a los dos días. Preso. De La Sota es distinto, es un político, sabe regular sus ambiciones, tiene imaginación y solvencia intelectual. Los que lo conocen dicen que es muy mala persona. Con lo cual, suma un punto más a favor. Es tenaz, como toda mala persona. Y ególatra, claro, requisito indispensable para liderar. Tiene todos los ingredientes de una personalidad rica. Pero sorprende, a diferencia del pueril Pimpinela, por ejemplo, que paga sueldos (no incluye aguinaldo) en la provincia de Buenos Aires, que De La Sota tiene imaginación, crea sus propios instrumentos de gobierno, rediseña, busca, articular un concepto de conservadurismo popular que seduce, sin dudas, al espectro peronista. De La Sota es, además, más que la Pampa Húmeda.
Guardia de Hierro forjó más cuadros para el norte argentino que cualquier otra secta, ni que hablar de las de izquierda, del peronismo. De La Sota no viene de esa secta específica, pero sí de los costados intelectuales del peronismo que se llevaba bien con Perón, los conservadores populares. Hay una tremenda confusión en el neoperonismo indie al suponer que los autores que leen tenían cercanía a Perón. Ni ahí. Jauretche, desplazado por Perón, era un acérrimo crítico de los alcahuetes y chupamedias que Perón elegía, midiendo con calculadora las relaciones de fuerza (lo que lo diferenciaba de cualquier político de la época, por ejemplo, el papá de Jaurteche), sus colaboradores en un abanico de chupamedias que darían verguenza hasta a Débora Giorgi y Diana Conti. Scalabrini Ortíz se fue a trabajar de agrimensor a Entre Ríos, donde Maya, gobernador radical peronista cercano, como el propio Scalabrini, pero ambos sin integrar, Forja. Cooke fue relegado hasta que ya se hizo tarde, y tal como Cooke preveía, el peronismo carecía de vitalidad para enfrentar la crueldad de la contra, que bombardeó civiles en Plaza de Mayo. Hernández Arregui publicaba en sus libros las cartas del exilio de Perón, lo que demostraba, convengamos, su lejanía. Los intelectuales que organizaron el peronismo, cercanos a Perón -los que menos entendieron la historia, por eso no trascendieron- provenían de otros lares ideológicos y hoy se los pasea por la historia, con piedad, bajo el mote de técnicos. Tecnológicos, ja.
Cristina proviene de la izquierda peronista. Y ha corrido mucha agua y sangre bajo el puente, con lo cual tiene otra relación con los intelectuales y la cultura, por ejemplo, con el Instituto Dorrego, Carta Abierta o los blogueros que mayormente se integraron a La Cámpora.
O el caso de 678, donde se logró, por la eficacia televisiva de Gvirtz, poner a gente que habla largo -je, je- e intelectuales a hacer planteos de una complejidad difícil, en televisión abierta y soportable, de encontrar. Incluso, los mejores momentos tuvieron que ver con debates de alto nivel. Como Beatriz Sarlo ahí, o Guillermo Martínez. Una de las primeras publicaciones abiertamente kirchneristas fue Miradas al Sur, que desde su feo diseño ya expresaba esa estética seductora para el campo cultural. Y quienes integraban ese staff, bah, siguen siendo los mismos, provenían de la lucha de ideas y el mundo editorial.
Guardia de Hierro forjó más cuadros para el norte argentino que cualquier otra secta, ni que hablar de las de izquierda, del peronismo. De La Sota no viene de esa secta específica, pero sí de los costados intelectuales del peronismo que se llevaba bien con Perón, los conservadores populares. Hay una tremenda confusión en el neoperonismo indie al suponer que los autores que leen tenían cercanía a Perón. Ni ahí. Jauretche, desplazado por Perón, era un acérrimo crítico de los alcahuetes y chupamedias que Perón elegía, midiendo con calculadora las relaciones de fuerza (lo que lo diferenciaba de cualquier político de la época, por ejemplo, el papá de Jaurteche), sus colaboradores en un abanico de chupamedias que darían verguenza hasta a Débora Giorgi y Diana Conti. Scalabrini Ortíz se fue a trabajar de agrimensor a Entre Ríos, donde Maya, gobernador radical peronista cercano, como el propio Scalabrini, pero ambos sin integrar, Forja. Cooke fue relegado hasta que ya se hizo tarde, y tal como Cooke preveía, el peronismo carecía de vitalidad para enfrentar la crueldad de la contra, que bombardeó civiles en Plaza de Mayo. Hernández Arregui publicaba en sus libros las cartas del exilio de Perón, lo que demostraba, convengamos, su lejanía. Los intelectuales que organizaron el peronismo, cercanos a Perón -los que menos entendieron la historia, por eso no trascendieron- provenían de otros lares ideológicos y hoy se los pasea por la historia, con piedad, bajo el mote de técnicos. Tecnológicos, ja.
Cristina proviene de la izquierda peronista. Y ha corrido mucha agua y sangre bajo el puente, con lo cual tiene otra relación con los intelectuales y la cultura, por ejemplo, con el Instituto Dorrego, Carta Abierta o los blogueros que mayormente se integraron a La Cámpora.
O el caso de 678, donde se logró, por la eficacia televisiva de Gvirtz, poner a gente que habla largo -je, je- e intelectuales a hacer planteos de una complejidad difícil, en televisión abierta y soportable, de encontrar. Incluso, los mejores momentos tuvieron que ver con debates de alto nivel. Como Beatriz Sarlo ahí, o Guillermo Martínez. Una de las primeras publicaciones abiertamente kirchneristas fue Miradas al Sur, que desde su feo diseño ya expresaba esa estética seductora para el campo cultural. Y quienes integraban ese staff, bah, siguen siendo los mismos, provenían de la lucha de ideas y el mundo editorial.
La larga disquisición -un amigo mío, Raulo, me corrigió durante una charla en la feria del libro cuando yo dije disquisición: yo, sostenía, debería decir inquisición. La mordacidad en el lenguaje no expresa sólo la aspereza de una personalidad sino también, a veces, la mirada crítica del mundo. A la mierda, qué pomposo- iba a cuento de que ese sector, donde muy a pesar tengo que incluirme a mí y mi modestia, aunque estoy tan harto de que me acusen de vanidoso que voy a donar, para el pueblo, un 10% de mi autoestima así 4 millones de depresivos pueden ser felices, ese sector difícilmente acompañe a Scioli o De La Sota encabezando una fórmula presidencial. Sin embargo, hay otro mundo cultural, que en un principio intentó Macri, el analfabeto funcional, representar. Obviamente, la palabra cultura le queda grande. Pero no hay que subestimar a De La Sota ahí. En el mundo cultural que expresa, por ejemplo, el suplemento de aburrimiento en el countrie de La Nación. Y más que nada, el terreno que recorren los populistas de derecha que son legión.
Crear una masa crítica para ir amasando un sentido común donde ingrese con expectativas De La Sota es una tarea que aún no se ha propuesto, más que amagando. Pero que de proponérselo, tiene con qué.
De La Sota arranca con la posibilidad de ganar, en una eventual presidencial, Córdoba, ni más ni menos. Lo que le garantiza influencia en San Luis, donde, además, puede tener un aliado. De La Sota tiene capacidad de liderar el peronismo, asunto no menor, por que eso garantiza, así fuese como opositor al Frente para la Victoria, un bloque de Senadores y Diputados, graciosos alelíes de la ideología férrea, que se cambia de bando en 5 minutos. En nombre, claro, de la lealtad. Que no debe ser entendida, la lealtad, como antagonismo de la traición en el peronismo. El traicionado pierde la lealtad del traidor, pero el traidor está siendo leal al nuevo líder. Y, filosóficamente, lo que está haciendo, en realidad, es mover su esencia de un jefe a otro, pero su esencia, que en este caso precede a la existencia, es la lealtad. Ergo, no te está traicionando: se está yendo con otro y, claro, al irse, se lleva su cualidad superior, la lealtad.
La influencia en San Luis es extensiva a Mendoza. No tanto, pero alguna resaca llega.
Y la Pampa Húmeda es solidaria entre sí. A no olvidar. Con lo cual, le resta, sumar aliados en el puerto y en la Vuelta de Obligado (el conurbano bonaerense, le decían). Hoy, no es posible. Hoy. Yo lo miraría con atención. Y espanto.
Fuente: Republica unida de la soja