miércoles, 15 de agosto de 2012

La filosofía de Macri

Por Lucas Carrasco

Superando en imaginación hasta al más ocurrente redactor del Partido Clarín, Mauricio Macri, el filósofo de la meditación, se dio cuenta de que Cristina le quiere traspasar los subtes; no porque sea una injusticia que tengan que pagarlo los jujeños, chaqueños y rionegrinos, sino porque quiere someterlo a Macri por pensar distinto.

Aunque no parezca, el pensamiento político de Macri es muy profundo; incorpora todas las corrientes de la historia de la filosofía en él mismo, el gran sintetizador. Es una maniobra muy común en el maligno gobierno de Cristina eso de que le den a los que piensan distinto un servicio público para que lo gestionen con su pensamiento distinto y convenzan a la gente provocando que los voten masivamente.

Es mala, Cristina. De hecho, Roggio y los grandes empresarios, anoticiados del análisis filosófico del trascendental meditador Mauricio Macri, se presentan desde entonces en todas las licitaciones llevando como pliego su pensamiento distinto. Hasta el rey Juan Carlos en los ratos libres entre ser presidente de una fundación ecológica y cazador que le erra hasta a un elefante (quizá por respeto al medio ambiente), en su intento por recuperar YPF, dijo que pensaba distinto. Pero no hubo caso.

Cristina, porque es mala, consideró de estricta racionalidad que una empresa estratégica de recursos naturales de un país sea administrada por ese país, del mismo modo que considera que los subtes, construidos con plata de todo el país para una sola ciudad, deben ser administrados por la gestión de esa ciudad. Como pasa con el trolebús en Rosario (donde sus autoridades también piensan distinto al gobierno nacional), las concesiones petroleras en Neuquén (donde también sus autoridades piensan distinto al gobierno nacional), el wi-fi para todos en San Luis (donde las autoridades también piensan distinto al gobierno nacional) o el nuevo semáforo de Ferré y Urquiza en Paraná (donde vive mi mamá).

Demasiado sentido común para un pensador profundo como Mauricio Macri. Y encima lo interrumpen de sus meditaciones con el terrenal y vulgar propósito de hacerlo trabajar. ¿Acaso el combustible espiritual de Ari Paluch se carga en las estaciones de YPF, acaso te llega, tras tan profundas exploraciones al ser de luz que todos guardamos dentro, la factura de Edesur? No, señores. Respetemos al que piensa distinto. Mientras tanto, fuera de Meditolandia, el resto del país mira azorado la incompetencia brutal de Macri.

Los encuestadores pagos por Macri nos quieren convencer de que los argentinos, fuera de Meditolandia, podrían votarlo por su pasado como presidente de Boca. Puede que sí, que lo voten, como presidente de Boca. Pero difícilmente lo pongan a administrar ni gestionar un consorcio de barrio. Los grandes meditadores, los grandes políticos y referentes religiosos y espirituales se suelen olvidar de pagar la boleta de la luz. Como Macri. La católica Teresa de Calcuta llevaba a los enfermos la calidez y el brillo del consuelo espiritual.

También en la India, Gandhi vivía sin luz eléctrica ni mayores lujos. Nelson Mandela, en Sudáfrica, estuvo décadas en la oscuridad de una prisión. Mauricio, que es Macri, tuvo dificultades para pagar la boleta de la luz de la ciudad. La Madre Teresa fue beatificada, Gandhi consiguió la independencia de Inglaterra, Mandela fue presidente de Sudáfrica, Macri... bueno, Macri piensa distinto. Y por pensar distinto lo acosaban con que tenía que trabajar.

¿Acaso se puede comparar a Macri, con su profunda vocación espiritual, su búsqueda filosófica, su capacidad de estadista, con los 2.000 intendentes o 23 gobernadores del resto del país que van todos los días a trabajar y, más allá de sus tendencias políticas, se hacen cargo de sus responsabilidades de gobierno? Evidentemente, es muy injusto. Y poco espiritual, digamos.

Fuente Diario Crónica