viernes, 14 de septiembre de 2012

La vuelta de la cacerola

Luego de las incipientes movidas anteriores que solo juntaban un puñado de gente movilizado en puntos como Callao y Santa Fe, anoche el caceroleo "espontaneo" tuvo su gran convocatoria en Plaza de Mayo y varios puntos de las principales ciudades del país. Si bien no hay consignas que unifiquen a todos o a la gran mayoría,  se juntan para expresar descontento por lo que el Gobierno hace como su política cambiaria o para reclamar por la inseguridad y hasta reclaman por cuestione institucionales como la posibilidad de reformar la Constitución Nacional, pero el elemento que articula estas demandas puntuales es un rechazo visceral al gobierno de Crisitina, ese es el componente escencial para que alguien tome una cacerola y se largue a la calle a maniferstar junto con otros que en esa forma demuestran también no sentirse representados por las formas institucionales de la política.

Hubo también como lo veníamos reflejando en posts anteriores un apoyo comunicacional y logístico de expresiones de la derecha que aspiran a encabezar un eventual cambio de clima que les de otra oportunidad luego de la aplastante derrota de octubre. La capitalización de un movimiento como este basado fundamentalmente en el rechazo virando a  la aceptación de un liderazgo es muy compleja pero al menos es una forma de empezar y de haber encontrado una base social que en la calle se expresa con consignas opositoras. Si esto representa o no un cambio de clima político se verá al andar, por el momento esto le da mística y cuerpo al "aguante opositor" que logró una visibilidad que hasta hoy carecía.

Y el oficialismo seguramente tomará nota de la movida aunque dificilmente elija un cambio de rumbo y de estilo. El malhumor social en ciertos sectores afectados directamente por medidas como por ejemplo el cepo cambiario ya estaba descontado de movida y no es ninguna sorpresa que genere este descontento.  Si tiene el desafío de evitar que este movimiento que se nutre del sustrato opositor no comience a erosionar su propia base, algo que todavía esta bastante lejos de verse.

Fuente: Blog del Ingeniero

Al fin despertamos
Fueron miles. Estuvimos ahí y lo vimos. Se oponen al gobierno y ganaron la calle. La inmensa mayoría (cuadras y cuadras) venían del "corredor norte", por Avenida Santa Fe y Libertador. Una minoría ingresó por la avenida Corrientes. Mas al sur, literalmente nadie.
La composición social evidente, clase media alta, y algo de lo que podríamos llamar media -media. La composición etárea, mayoritariamente de 50 para arriba, aunque no era para nada despreciable la cantidad de menores de esa edad.
Lo que unificaba a casi todos, eran unas pocas consignas referidas al miedo y a la libertad. Pero también lo que los unía muy profundamente era el desprecio por las mayorías. Estaban contentos, se los veía felices de ser por primera vez (desde "la 125") muchos. A una señora le escuchamos un orgulloso "Al fin despertamos"
Serán mañana tapa de diarios y repetición de cientos de flashes informativos. Tal vez se lo merezcan. Pero no fueron mas cantidad que la marcha del 24 de marzo ni que los que llenaron Vélez. Y por supuesto tendrán mucha mas prensa que esos eventos.
La impresión que queda es que se trata del mismo sector que podría movilizarse ante un golpe institucional del tipo de Honduras o a "lo Lugo", similar a quienes se movilizaron en el 55 en apoyo a la fusiladora. En definitiva también eran muchos. ¿Pero son mayoría? ¿O son una minoría intensa y con gran poder comunicacional? ¿Que debiera hacer el Gobierno? ¿Prestar más atención, como van a comentar muchos analistas mañana mismo?
No es novedad, el Gobierno siempre debe prestar atención a todas las señales de la realidad, pero lo que nunca debiera hacer es torcer su programa en pos de una demagogia hacia este tipo de sectores. La mayor parte de ellos está enojada con lo bueno de la etapa, con lo popular con lo profundo del cambio. Hay quienes no se bancan a la AFIP persiguiendo evasores y quienes no se bancan no poder ahorrar en dólares. Ven su situación individual por sobre el conjunto del país. La inmensa libertad que vivimos les ofrece la posibilidad de este legítimo desahogo. Mas allá de que no haya tenido nada de espontáneo, lo cierto es que tampoco nadie lo puede capitalizar políticamente. Si el país sigue en este rumbo, las mayorías populares lo sabrán capitalizar.

Fuente: Resentido común