domingo, 14 de octubre de 2012

Lanata, el chocolatero que hace el ridículo en TV

Luego del triunfo en Hugo Chávez en las elecciones presidenciales de Venezuela, "Jorgito", el nuevo conductor de la noche dominguera de canal 13, y enviado especial a Caracas, se mostró fastidiado por la derrota del opositor Capriles.

Por Lucas Carrasco

Sin proponérselo, más bien proponiéndose lo contrario, la derecha argentina hizo del triunfo de Hugo Chávez en la reciente elección presidencial venezolana un acierto del kirchnerismo.

Se puede graficar con un sencillo ejemplo: el del “periodista” Jorge Lanata provocando a los encargados de seguridad de otro país, justamente Venezuela, negándose a abrir el equipaje de una comitiva que, como se vio en los videos donde insulta porque perdió el candidato de los Estados Unidos, tiene, entre otras tareas, la de aplaudirlo.

Lanata se lleva su claque de reidores y aplaudidores, lo cual está muy bien, pero llamará la atención en cualquier aeropuerto semejante comitiva: explicarle a cualquier persona que el empleado preferido de Magnetto tiene “problemitas” de vanidad puede demandar más de una hora.

Por suerte, en el aeropuerto de Caracas fueron comprensivos -según Lanata porque lo conocen y le temen o algo así, aunque no se lo puede tomar muy en serio-, y en menos de una hora ya estaba haciendo su lumpen show en Buenos Aires, al servicio de las licencias ilegales del Partido Clarín.

Henrique Capriles, el candidato que todos los medios de comunicación pro yanquis apoyaban, será pronto olvidado por esos mismos medios que lo endulzaban tanto que hasta Lanata se habrá puesto celoso. Pero lo que quedó es la sensación evidente y amarga de derrota de la derecha, que se creyó sus propias mentiras. Incluso hasta el colmo del rencor; no es otra cosa el hecho de terminar puteando porque en una jornada ejemplar no triunfó el candidato yanqui en Venezuela. Si eso no es “periodismo militante” es, entonces, lisa y llanamente, vulgaridad recalcitrante.

El tremendo error político de Héctor Magnetto, en vísperas de capitalizar un cacerolazo “espontáneamente” convocado para el prime time del 8 de noviembre, se debe a que en la desesperación se deja conducir por el lumpen show de Lanata, que junta su dinero sin aportarle un solo gramo de persuasión que no esté reducido al entorno reaccionario del cual ya se nutría el Partido Clarín.

El problema de truchar encuestas, montar operaciones e imitar en el autoelogio a Ricardo Fort es terminar confundiendo ese lumpen show con la realidad. Porque, después, esa realidad, vengativa, te prodiga esas decepciones... por ejemplo, que todo lo que dijiste e hiciste montado, psicóticamente, sobre tus propias mentiras, con el acompañamiento de marginales políticos como Eduardo Amadeo o Patricia Bullrich, resulta, desnudo, un papelón.

Eso le pasó a Lanata. Creyó en sus propias mentiras.
Y el lumpen show montado en Caracas contra Cristina (más que contra Chávez) resultó un mamarracho.
De unas elecciones que en general, a la población argentina, le importaban poco y nada, la dirigencia de la derecha -la plana mayor del Partido Clarín- hizo un mundo, demostrando su aislamiento y haciendo, con vocación increíble, el ridículo.

Ante cada traspié de la realidad, como buen mitómano militante, Lanata se pone él mismo en el centro de la noticia, fabulando una conspiración internacional para borrarle las terribles grabaciones donde revela vaya uno a saber qué cosa oscura que al gobierno venezolano no le interesaba dar a conocer. Un circo de falsetes que estrenan novedosas caras de indignados por la falta de libertad de expresión le hacen coro. Como ya es natural, a los dos días se descubre que era todo verso, una infamia de una puerilidad desgastante, y entonces el asunto se enfría y se olvida. Arranca la nueva Operación Triunfo.

Solamente apretando mucho las palancas del odio se pueden entreverar tanto las cosas para caer en estos grados de perversidad: la noticia principal, para la Argentina, no son las fabulaciones de un mitómano militante, sino que triunfó democráticamente Hugo Chávez, que la derecha está aislada del mundo que imagina y no entiende, que cualquier futuro en manos de los encargados del lumpen show derivaría en un mamarracho tras otro, indefectiblemente.

El chocolatero que hace el ridículo en TV, Jorge Lanata, está chocando la calesita. Problema interno del Partido Clarín.

Era esperable que la mafia organizada del Partido Clarín abusara de todos los recursos posibles para no adecuarse al principio de igualdad ante la ley, pero no estaba en los cálculos de nadie que hiciera el ridículo.
El Estado en su conjunto está obligado -no es optativo- a aplicar la ley.

Los pucheritos berretas, las operaciones de inteligencia, seguirán después del 7 de diciembre, día en que se les acaban las chicanas judiciales de los abogados del Partido Clarín, los mismos que en el Grupo Clarín son presentados como constitucionalistas, acaso porque van a cobrar los cheques a Constitución, donde está la sede del órgano de circulación interna del monopolio ilegal. Que tiene la característica de traer publicidades de supermercados y electrodomésticos (sin privarse de hablar de estanflación) en el medio de sus instrucciones internas para empleados y militantes de 250 licencias ilegales.

Es tan autocentrado el diario Clarín que sólo sirve para que sea replicado, como una biblia de neón, en las 250 licencias ilegales de medios de comunicación que concentra.

Al igual que Lanata, todo aquel que lo contradiga, y a esta altura, son todos menos ellos mismos, es un K aborrecible que se niega a reconocer que la mitomanía militante es la pureza absoluta y la ley y el estado de derecho una trampa para aplicársela a los delincuentes. Y... sí.

Fuente: Diario Crónica