miércoles, 18 de septiembre de 2013

Se plantó Dilma

Se conoció ayer que la Presidente de Brasil, Dilma Rousseff, decidió cancelar el viaje que tenía previsto para el 23 de octubre a los Estados Unidos.
También se conoció, que la definición la tomó a raíz del espionaje efectuado por el servicio secreto del país del norte a su persona y algunos de sus colaboradores.
A su vez, se conoció que el propio Barack Obama, enterado de la resolución de Dilma, la llamó en un intento por convencerla para que de marcha atrás y se haga efectivo el encuentro entre ambos que iba a incluir una cena de Estado – uno de los máximos honores que brinda EEUU a muy pocos invitados-.
Desde luego, el llamado de Obama no alcanza, y la Jefa de Estado brasileña no tiene pensado volver sobre sus pasos por una simple razón: El espionaje es un ataque liso y llano a la soberanía de Brasil.
No alcanzan los llamados; el protocolo; y las cenas exclusivísimas.
No alcanzan porque Estados Unidos, tal cual su pretensión imperial, no acostumbra siquiera a disculparse públicamente, algo que desde lo simbólico hubiera contribuido, pero a la vez, porque consecuentemente tampoco garantiza que estos episodios no se repitan.
No está en la lógica imperial no pretender espiar; controlar; e intervenir, así como no lo esta manejarse con total impunidad y desparpajo.
Seguramente, tendremos a los rastreros de siempre que anhelan las épocas del patio trasero despotricando contra Rousseff por las famosísimas “formas”: “No son las formas”, dirán para ocultar que en realidad no acuerdan con la defensa de la soberanía.
Por otro lado, tendremos a los elogiadores compulsivos de la supuesta política de Estado no confrontativa de Brasil haciéndose olímpicamente los boludos, cuando no adaptando su discurso con premisas en la nueva inserción mundial del hermano país.
Lo cierto es que Dilma se plantó porque Brasil, como todos los países de América del Sur que hoy viven procesos políticos populares, ya no tolera intromisión alguna de Estados Unidos. Sudamérica para los sudamericanos.

Fuente: Columna Norte