jueves, 5 de diciembre de 2013

Sedición y defección cordobesista

2 muertos; más de 100 heridos; más de 1000 comercios saqueados; y miles de personas que han perdido su trabajo, es el saldo del acuartelamiento sedicioso y extorsivo de la policía cordobesa, premiado a toda orquesta por el gobernador, José Manuel De la Sota.
Los acuartelados lograron su cometido en cuanto a lo que reclamo salarial refiere, con una medida ilegal, por su condición de servidores públicos en materia de seguridad, pero también por la connivencia con bandas de saqueadores – cabe destacar no actuaron estas únicamente, pues se ha observado a los propios comerciantes declarar que vecinos que a diario les compran participaban de los ilícitos-, que empieza a salir a la luz.
 
El gobernador, en una decisión que sienta un precedente político nefasto, no sólo publicitó el acuerdo que lleva el sueldo básico de los policías de 2500 a 8000 pesos, sino que también garantizó la impunidad de la sedición expresando que no habrá sanciones para quienes transformaron a la provincia en el Far West por 48 horas.
Una autentica irresponsabilidad, por el efecto que podría acarrear el sólo hecho de comunicar con bombos y platillos la resolución del conflicto, y a la vez, por la incógnita que representa de donde va a sacar los fondos para hacer frente a ese acuerdo con una provincia que las gestiones cordobesistas han endeudado de manera catastrófica.
Dejando de lado los papelones de De la Sota y sus funcionarios quienes intentaron poner en el foco del conflicto al Gobierno Nacional con burdas mentiras, y el disparate que representa la decisión propia del gobernador de viajar al exterior a sabiendas del inminente incendio en un mes como diciembre – con las cosas que suelen pasar en este mes-, lo cierto es que las definiciones políticas representan una enorme muestra de debilidad que es consecuencia también, del terreno ganado por la policía cordobesa en materia de autogobierno.
Una enorme muestra de debilidad porque define ceder sin reparos ante los sediciosos, y porque no asume la responsabilidad de comandar una fuerza de seguridad cuyo historial cuenta con el reciente destape en cuanto a sus estrechos vínculos con el narcotráfico.
Sin dejar de mencionar que este conflicto vuelve a poner de manifiesto la necesidad de debatir como se canalizan los reclamos laborales por parte de los miembros de las fuerzas de seguridad y si la solución esta en la sindicalización, serán importante las actuaciones políticas preventivas para evitar el efecto contagio.
Por último, no quiero dejar de recordar la imagen de ayer al mediodía, cuando Córdoba lloraba muertos y heridos, y tenía a miles de comerciantes arruinados, paralelamente se observaban los festejos de los policías acuartelados tras la defección del Ejecutivo provincial.

Fuente: Columna Norte