¿Te encuentras presionado por tus contactos de Facebook por reivindicar la Revolución Bolivariana, que «reprime salvajemente» a los «idealistas estudiantes»? ¿Te han corrido por izquierda hasta tus familiares más gorilas porque defiendes a una Revolución Cubana que ha fusilado a «millones» de «inocentes»? ¿Te acusan de tirano estalinista por creer que la Unión Soviética fue un intento de democracia obrera y no una «dictadura peor que la de Hitler»?
Seguramente te ha tocado más de una vez ser atacado en reuniones sociales por gente «apolítica» muy preocupada por la «libertad» y los «derechos humanos» cuando gobierna la izquierda, pero que de súbito pierde los papeles cuando la derecha está en el poder.
Todo esto es muy normal y nos suele suceder muy a menudo a los zurdos. El problema es que no siempre tenemos la respuesta adecuada, ese argumento justo y preciso, tan necesario para rebatir las críticas y defender nuestra posición. ¿Qué hacer entonces?
¡A no desesperarse! Sólo tienes que preguntarle a quién sabe del tema y todos tus problemas se resolverán como por arte de magia.
Entonces, ¿quién podrá sacarnos de la aparente contradicción que supone condenar las dictaduras fascistas de los Franco, de los Videla y de los Pinochet, pero no las «dictaduras» que nosotros consideramos revoluciones? Pues nadie menos que el más Nacional y Popular de los comunistas, ¡el camarada compañero Antonio Gramsci!
En tan solo un par de párrafos Gramsci [con comentarios de Palermo Bronx subrayados y entre corchetes] te da la letra que siempre necesitaste para rebatir las acusaciones de la derecha y quedar como un campeón en todos los asados familiares. ¿No lo crees? Aquí está la prueba:
Es difícil pensar que un partido político cualquiera (de los grupos dominantes pero también de los grupos subalternos) [es decir, ya sea la derecha o la izquierda] no cumpla asimismo una función de policía, vale decir, de tutela de un cierto orden político y legal. [La estabilidad del poder de quien esté gobernando es ese orden] (...) El partido considerado, [cuando tiene el poder en el Estado], ¿ejerce su función de policía para conservar un orden exterior, extrínseco, obstaculizador de las fuerzas vivas de la historia [verbigracia: los gobiernos de la derecha liberal que mantienen a su propio país bajo la opresión del imperialismo], o la ejerce en el sentido que tiende a conducir al pueblo a un nuevo nivel de civilización del cual el orden político y legal es una expresión programática? [verbigracia: el orden político y legal de Venezuela en la actualidad, que lucha contra el imperialismo y por la liberación nacional] En efecto, una ley encuentra quienes la infringen:
Entre los elementos sociales reaccionarios que la ley ha desposeído [es decir, las viejas oligarquías cipayas que hacían de la venta de su país un negocio]
Entre los elementos progresistas que la ley oprime [cuando, por el contrario, se trata de una ley reaccionaria, diseñada y puesta en práctica por el establishment]
Entre los elementos que no alcanzaron el nivel de civilización que la ley puede representar [en otras palabras, individuos de las clases medias e incluso de las clases populares que no comprenden de qué viene la cosa y/o se encuentran mentalmente colonizados o dominados por los medios de comunicación del establishment y terminan, por ejemplo, apoyando fuerzas políticas de oligarquía, como hicieron en Argentina los porteños que marcharon con los terratenientes en el 2008].
La función de policía de un partido puede ser, por consiguiente, progresista o regresiva [reaccionaria o revolucionaria]; es progresista cuando tiende a mantener en la órbita de la legalidad a las fuerzas reaccionarias desposeídas y elevar al nivel de la nueva legalidad a las masas atrasadas [aquí Gramsci prevé la actual situación del PSUV, partido gobernante en Venezuela, que defiende el orden democrático «reprimiendo» a los reaccionarios que pretenden realizar un golpe de Estado con el apoyo de los Estados Unidos, el imperio, mientras eleva la conciencia de las masas para que comprendan la necesidad de sostener el orden democrático]. Es regresiva cuando tiende a oprimir las fuerzas vivas de la historia y a mantener una legalidad superada, antihistórica, transformada en extrínseca [en nuestro caso, las dictaduras promovidas por el imperialismo estadounidense en América Latina en el marco de la Doctrina de Seguridad Nacional, como las de Pinochet, de Videla, de Stroessner y de otros, que actuaban en el sentido de evitar la liberación de las naciones latinoamericanas y de preservar, por lo tanto, la dominación foránea sobre sus propios países].
GRAMSCI, Antonio: Notas sobre Maquiavelo, sobre la política y sobre el Estado moderno. Ediciones Nueva Visión, Madrid (1949), pp. 35-36.
Fuente: Palermo Bronx
Seguramente te ha tocado más de una vez ser atacado en reuniones sociales por gente «apolítica» muy preocupada por la «libertad» y los «derechos humanos» cuando gobierna la izquierda, pero que de súbito pierde los papeles cuando la derecha está en el poder.
Todo esto es muy normal y nos suele suceder muy a menudo a los zurdos. El problema es que no siempre tenemos la respuesta adecuada, ese argumento justo y preciso, tan necesario para rebatir las críticas y defender nuestra posición. ¿Qué hacer entonces?
¡A no desesperarse! Sólo tienes que preguntarle a quién sabe del tema y todos tus problemas se resolverán como por arte de magia.
Entonces, ¿quién podrá sacarnos de la aparente contradicción que supone condenar las dictaduras fascistas de los Franco, de los Videla y de los Pinochet, pero no las «dictaduras» que nosotros consideramos revoluciones? Pues nadie menos que el más Nacional y Popular de los comunistas, ¡el camarada compañero Antonio Gramsci!
En tan solo un par de párrafos Gramsci [con comentarios de Palermo Bronx subrayados y entre corchetes] te da la letra que siempre necesitaste para rebatir las acusaciones de la derecha y quedar como un campeón en todos los asados familiares. ¿No lo crees? Aquí está la prueba:
Es difícil pensar que un partido político cualquiera (de los grupos dominantes pero también de los grupos subalternos) [es decir, ya sea la derecha o la izquierda] no cumpla asimismo una función de policía, vale decir, de tutela de un cierto orden político y legal. [La estabilidad del poder de quien esté gobernando es ese orden] (...) El partido considerado, [cuando tiene el poder en el Estado], ¿ejerce su función de policía para conservar un orden exterior, extrínseco, obstaculizador de las fuerzas vivas de la historia [verbigracia: los gobiernos de la derecha liberal que mantienen a su propio país bajo la opresión del imperialismo], o la ejerce en el sentido que tiende a conducir al pueblo a un nuevo nivel de civilización del cual el orden político y legal es una expresión programática? [verbigracia: el orden político y legal de Venezuela en la actualidad, que lucha contra el imperialismo y por la liberación nacional] En efecto, una ley encuentra quienes la infringen:
Entre los elementos sociales reaccionarios que la ley ha desposeído [es decir, las viejas oligarquías cipayas que hacían de la venta de su país un negocio]
Entre los elementos progresistas que la ley oprime [cuando, por el contrario, se trata de una ley reaccionaria, diseñada y puesta en práctica por el establishment]
Entre los elementos que no alcanzaron el nivel de civilización que la ley puede representar [en otras palabras, individuos de las clases medias e incluso de las clases populares que no comprenden de qué viene la cosa y/o se encuentran mentalmente colonizados o dominados por los medios de comunicación del establishment y terminan, por ejemplo, apoyando fuerzas políticas de oligarquía, como hicieron en Argentina los porteños que marcharon con los terratenientes en el 2008].
La función de policía de un partido puede ser, por consiguiente, progresista o regresiva [reaccionaria o revolucionaria]; es progresista cuando tiende a mantener en la órbita de la legalidad a las fuerzas reaccionarias desposeídas y elevar al nivel de la nueva legalidad a las masas atrasadas [aquí Gramsci prevé la actual situación del PSUV, partido gobernante en Venezuela, que defiende el orden democrático «reprimiendo» a los reaccionarios que pretenden realizar un golpe de Estado con el apoyo de los Estados Unidos, el imperio, mientras eleva la conciencia de las masas para que comprendan la necesidad de sostener el orden democrático]. Es regresiva cuando tiende a oprimir las fuerzas vivas de la historia y a mantener una legalidad superada, antihistórica, transformada en extrínseca [en nuestro caso, las dictaduras promovidas por el imperialismo estadounidense en América Latina en el marco de la Doctrina de Seguridad Nacional, como las de Pinochet, de Videla, de Stroessner y de otros, que actuaban en el sentido de evitar la liberación de las naciones latinoamericanas y de preservar, por lo tanto, la dominación foránea sobre sus propios países].
GRAMSCI, Antonio: Notas sobre Maquiavelo, sobre la política y sobre el Estado moderno. Ediciones Nueva Visión, Madrid (1949), pp. 35-36.
Fuente: Palermo Bronx
