martes, 18 de marzo de 2014

Once: una pericia que puso las cosas en su lugar

Ahora muchos se hacen los giles y a partir de la última pericia dejaron de prestarle atención al juicio sobre el siniestro del 22 de febrero de 2012 en Once, otros llegan a inmolarse intelectualmente sosteniendo que es irrelevante. Los argentinos tenemos el desafío de crecer en la calidad de nuestros debates y tratar de separar un poco las cosas: que el gobierno haya tenido una pésima gestión en lo referido al ferrocarril no implica que ello sea necesariamente la causal de este desastre. De todos modos, el costo fue y sigue siendo pagado por la administración de Cristina Fernández de Kirchner. Nunca podrá quitarse esa marca, que es para siempre. Pero el gobierno reconoció su error, dispuso una política agresiva para corregir la realidad del ferrocarril interurbano y ya se empiezan a advertir los cambios: las autoridades que asuman en 2015 tendrán un sistema ferroviario optimizado, como nunca se lo hizo en más de medio siglo.

Lo importante, no obstante, es que utilicemos este hecho doloroso para crecer y entender que no construye desconocer lo obvio y lo obvio es que los frenos de la formación siniestrada funcionaban, que no hay rastros de que el motorman haya intentado siquiera accionarlos, ya sea porque se adormeció o sufrió algún otro problema que le impidió reaccionar. Va de suyo, incluso, que ninguna persona de buena fe podría suponer que lo hizo a propósito, entre otras cosas porque ponía seriamente en riesgo su propia vida. Pero el dato duro es que la formación podía frenar y que negarlo, o ningunearlo, es algo que no torcerá el resultado del juicio.

Después está la responsabilidad del Estado en lo referido a si controló bien, regular o mal el destino de los subsidios, etc, y ahí, la verdad, es difícil que haya muchas disidencias ya que es el propio gobierno el que con su cambio de actitud y la gestión desplegada por el ministro Florencio Randazzo en los hechos reconoce su falencia previa. Los gobiernos no pueden corregir sus gestiones en documentos sino en la acción y eso es lo que estamos viendo en cada obra, en cada formación nueva, en cada cambio de vías, etc.

Pero además hay otros datos que no se pueden soslayar, como sin ir más lejos, el asesinato del motorman Leandro Andrada, que condujo la formación siniestrada hasta Castelar, donde se la entregó a Córdoba. El desdichado trabajador había declarado que los frenos funcionaban y recibió cuatro balazos cuando esperaba un colectivo en Ituzaingó. Hay que sumar también el raro choque de Castelar que causó tres muertos y donde la justicia ha procesado nada menos que al conductor de la formación que embistió a otra que estaba detenida causando la muerte de tres personas y decenas de heridos. Finalmente, no podemos olvidar el sugestivo accidente en Once, una semana antes de las elecciones del año pasado como tampoco que buena parte de los familiares formalizaron un acuerdo extrajudicial con TBA por lo que se retiran como querellantes.

En suma, una serie se hechos que vienen a ratificar que como decía Panigazzi “una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa”: el gobierno se durmió en lo referido a los trenes, pero el choque fue generado por una falla humana. Estamos ante el desafío de separar una cosa de la otra, ojalá esta vez lo logremos.

Fuente: Tirando al medio