miércoles, 21 de mayo de 2014

La operación Capdevila

Por Gerardo Fernández

En la operación Capdevila es impresionante analizar cómo merced a la instalación mediática de la aún no probada culpabilidad de Boudou en el caso Ciccone, los medios opositores trabajan dando por sentado que las amenazas que el ex funcionario dice haber recibido deberían provenir de sectores ligados al vicepresidente cuando en rigor su declaración de 2012 no hace más que favorecerlo.

De un momento a otro este ex funcionario se transformó en un "testigo clave" cuando sus palabras ante el fiscal en marzo de 2012 no tuvieron ninguna repercusión, entre otras cosas por ser considerado "testigo de descargo", ya que beneficiaba al ex ministro de economía. Los entrevistadores se dirigen ahora Capdevila dando por hecho que su testimonio dice lo que en verdad no dice y que por eso recibió amenazas que lo habrían incitado a salir del país.

El desfile de Capdevila por los medios opositores nos trae a la memoria el film "Desde el jardín", aquél en que Peter Seller encarna a un jardinero de pensamientos muy acotados pero que de un día para otro pasa a ser considerado un genio. A partir de ahí, cada expresión obvia o hasta absurda que manifiesta es interpretada como un razonamiento sumamente complejo y eminente. En el caso de los medios opositores argentinos sucede en estas horas que como se da por sentado que Boudou es culpable toda información ligada al caso tiene esa sugestión como música de fondo y, por supuesto, toda respuesta de Capdevila es puesta en ese contexto, total, nadie chequea ni mucho menos lee los expedientes (Acá está su declaración ante el fiscal para los que quieran leerla).

El zócalo, como clima de época, genera las condiciones para que estas operaciones puedan realizarse con absoluta facilidad. No hay pruebas, sólo la palabra de una persona que dice recibir amenazas. A ello debemos sumar la emergencia de un fenómeno muy nuevo en el espectro de los medios opositores: las audiencias "militantes", dispuestas a tomar como verdades irrefutables las operaciones más burdas (como la supuesta "apretada" a periodistas del grupo por parte de Ricardo Echegaray en Brasil a fin del año pasado, de lo que aún estamos esperando las pruebas)

El zócalo, esa verdad impresa al pie de la pantalla basta y sobra como dato, pero hay algo más grave aún y es que nadie lee, total, no importa: si Clarín ya dictaminó que Boudou es culpable  ya está, no hay nada más que discutir. Sólo resta exigir que el vicepresidente vaya preso, aunque todavía ni siquiera haya sido indagado.

Fuente: Tirando al medio