lunes, 23 de febrero de 2015

Yo no soy Nisman (Escrito por el Padre Mariano Oberlin)

Padre Mariano Oberlín junto al Papa Francisco
He leído cosas en estos días que me animaron a expresar con libertad lo que siento respecto al caso Nisman-AMIA. Entre ellas me llamó la atención algo que escribió un cura haciendo un paralelismo entre Nisman y Juan el Bautista. Y nadie se escandaliza de eso. Respeto absolutamente el derecho de escribir, compartir, leer, interpretar y valorar de todos y cada uno, y por ello hago uso también del mío. Y por ello mismo doy por sentado que nadie se escandalizará tampoco de mi opinión al respecto. Y si alguien lo hace, le pido que mida con la misma vara con la que mide mis opiniones, las opiniones de los demás.

Para alguien que ha leído la Biblia judeocristiana es impensable desvincular al poder judicial de la responsabilidad de gobierno de un estado. Aunque sólo sea uno de los tres poderes, es un poder de Gobierno. En el Antiguo Testamento el primer poder de Gobierno que aparece claramente identificado es el de legislar, representado en las tablas de la ley. Cuando entran en la tierra prometida, el segundo poder de Gobierno que emerge clara e institucionalmente es el de juzgar (antes de tener Rey, el pueblo judío confió el Gobierno a los jueces, quienes debían velar por el cumplimiento de lo legislado en las tablas), y finalmente aparece la figura del rey como poder ejecutivo. Con el tiempo algunas de estas figuras fueron mutando de distintas maneras en distintas organizaciones sociales (pasando por los griegos y los romanos) hasta llegar a las actuales democracias que lograron la elección popular y representativa de dos de estos poderes. Sin embargo en ninguna de las actuales democracias se ha logrado poner en manos del pueblo la elección de los representantes del Gobierno judicial. Y a esto que ya es un problema grave para el funcionamiento de cualquier sistema de Gobierno electoralista, se suma la inconsciencia (real o engañosa) de quienes pertenecen a este poder respecto a su responsabilidad de Gobierno sobre la sociedad. Y en la Argentina esto ha quedado demostrado cabalmente en la marcha del 18f. Representantes de nadie, responsables muy bien pagos con el aporte de todos los argentinos de gobernar en justicia el cumplimiento de las leyes dictadas por el Parlamento democrático y en beneficio del pueblo, salieron a reclamar justicia (a quién sino a ellos mismos?). Marcha absurda desde este punto de vista, y doblemente absurda si se considera que la causa judicial de fondo que dio origen a toda la situación que desembocó en dicha marcha es la del atentado a la AMIA que lleva más de 20 años en manos del único poder de Gobierno no democrático, trascendiendo el Gobierno de 8 presidentes (4 de ellos elegidos en las urnas) y otros tantos legislativos, sin avanzar un sólo paso en orden al esclarecimiento de la misma. Algunos de los fiscales convocantes de la marcha incluso han sido acusados de entorpecimiento y encubrimiento de pruebas. E incluso el mismo fiscal Nisman fue acusado hace dos años nada menos que por el periodista Jorge Lanata como inepto (con otras palabras que no viene al caso repetirlas aqui). Y tanto los fiscales convocantes a la marcha como el mismo fiscal Nisman pretendieron o pretenden desligarse de su responsabilidad de Gobierno en el ámbito judicial tirando la pelota a otra cancha y embarrando el campo para tapar la maniobra.

Creo que está claro que yo no fui a la marcha. No fui a la marcha porque no coincido con los reclamos que pulularon en la misma. No fui a la marcha porque los fiscales que la convocaron están manchados hasta la médula en la causa madre de todo este conflicto. No fui a la marcha porque los medios de comunicación que la promocionaron son responsables de que el poder no democrático de la justicia no permita que las leyes votadas democráticamente en la legislatura sean aplicadas por el poder ejecutivo democráticamente elegido (al menos aquellas leyes que afectan sus intereses). No fui a la marcha porque no creo en el silencio en democracia, y mucho menos cuando se habla de silencio y se ejercen palabras venenosas. Y no fui a la marcha porque no soy Nisman. Respeto profundamente el dolor de sus seres queridos. Ruego por él y por su eterno descanso. Y quisiera esperar confiado en que el poder judicial resuelva el caso de su muerte con absoluta verdad y transparencia. Pero no puedo homenajear como héroe a alguien que hizo dormir durante más de diez años una de las causas más aberrantes de nuestro país e intentó deslindarse de responsabilidades cortando la cabeza de quien le pidiera el mejor postor (y en esto coincido en parte con la comparación con Juan el Bautista, pero creo que Nisman no hizo precisamente el papel de Juan en esta escena, sino más bien el de Herodes que por cobardía respondió intempestivamente a los deseos de Herodías manifestados por boca de su sensual hija). No soy Nisman porque, aún con todos mis defectos y pecados (que soy consciente de que son muchos) me despierto todos los dias pensando en cómo dar respuesta a las responsabilidades que siento que Dios ma va confiando, y me levanto a ejercer lo que pienso, aunque en esto se me vaya la vida día a día, tratando de no dejar causas pendientes. Y así me gano hasta el último centavo de todo lo que recibo, que además va a parar a la misma causa.

Pido perdón si ofendo a alguien con esto, pero también me he sentido ofendido con muchas de las barbaridades que he escuchado y leído. Y así como daría la vida si fuera necesario para que cada uno pueda expresar lo que piensa y siente, aunque sea diametralmente opuesto a lo que pienso y siento yo, también la daría si fuera necesario para poder expresarme yo.

Fuente: Facebook del Sacerdote Mariano Oberlin