lunes, 30 de noviembre de 2015

Que hacer en la república de Mauricio

No hay razones para pensar que quienes exhibían su pensamiento irracional, golpista y obsceno a través de las redes o en los carteles de los cacerolazos, con los peores insultos y agravios, hoy, a causa del ajustado triunfo del PRO, hayan abandonado mágicamente la categoría de energúmenos racistas y se hayan convertido en seres racionales especialistas en convivencia social, plural y democrática.

Si el hijo de un millonario expresó que va a devaluar fuertemente nuestra moneda, abrir importaciones, liberar el dólar, alinearse sumisamente a EEUU, pagar a los fondos buitres una fortuna que no se les debe, y volver a sumergir al país tomando deuda externa, no hay razones para pensar que continúe con la política de industrialización, generación de empleo, defensa de los salarios y del consumo interno.

No hay razones para pensar que quien considera un curro a la defensa de los derechos humanos, provea a la justicia de los recursos necesarios para continuar los juicios por delitos de lesa humanidad, mientras prometió a los genocidas resolver situaciones de condenas firmes haciendo declarar inconstitucionales normas que impiden los indultos. Por eso tampoco hay razones para pensar que avanzarán los juicios donde se investiga a los cómplices civiles de la dictadura. Le podría pasar muy cerca la investigación. A él, a sus socios, y a quienes financiaron su campaña.

No hay razones para pensar que quien convoca y trabaja con economistas que tienen una visión liberal del siglo 19, como Melconián o Sturzenegger, no direccionen la gestión económica para que Argentina vuelva a ser solo un país agrario, sin industria, en donde toda la riqueza se concentre en unos pocos y entonces empiecen a sobrar 20 millones de habitantes. No hay razones para pensar que ante los problemas de una economía mundial en crisis, los desafíos de nuestra economía se puedan resolver con globos y bailecitos.

Si las políticas de crecimiento industrial se sustituyen por políticas de especulación financiera, no hay razones para pensar que ello no generará un desempleo masivo. Entonces habrá protestas sociales, y esas protestas serán reprimidas con la tónica que le imprimió Fino Palacios a la impresentable policía metropolitana, que es un depósito de mano de obra represiva desocupada.

No hay razones para pensar que un colonizado mental pueda mantener en los organismos internacionales el reclamo por las Islas Malvinas, como tampoco es posible pensar que habiendo sido el candidato creado por el Grupo Clarin, no se ocupe de neutralizar la aplicación de la ley de medios, mientras tiene la complicidad de la Corte Suprema ante cualquier reclamo que pudieran intentar particulares, organizaciones sociales u otras empresas de medios. Además, el permeable Lorenzetti y sus acólitos de la Corte, ya empezaron por estas horas y antes de la asunción de Mauricio, a firmar apurados y oportunos fallos que provocan el desfinanciamiento del Estado Nacional, para darle sustento judicial al ajuste.

Con un dólar de $16 como Macri propone públicamente, no hay razones para pensar que los salarios y jubilaciones no pierdan la mitad de su poder adquisitivo, es decir que la gente pueda comprar la mitad de lo que antes consumía, y que los precios de los alimentos de la canasta básica se dupliquen automáticamente. No hay razones para pensar entonces que no pulverizará la Asignación Universal a través de la devaluación con el golpe inflacionario que ésta genera.

No hay razones para pensar que no privatizará todo lo que sea público y clave para la economía nacional, como YPF, Aerolíneas, o el fondo de garantía de ANSES. No hay razones para pensar que no vaciará el PAMI, sacándole recursos, eliminando cada vez más prestaciones, para sostener después su inviabilidad y la necesidad también de privatizarlo.

No hay razones para pensar que los medios de prensa concentrados no lo cubrirán blindando su gestión y su imagen, a cambio de concesiones y negociados de todo tipo, mientras como agentes de la Gestapo “descubrirán” todos los días supuestas irregularidades cometidas por el gobierno anterior, que publicarán en potencial con títulos catástrofes para entretener a la “opinión pública”, aunque nunca prueben nada judicialmente.

No hay razones para pensar que se continuarán las políticas de educación pública, ciencia, investigación y desarrollo tecnológico nacional (incluso con Barañao en el gabinete), porque éstos improvisados creen que la ciencia y el conocimiento se encuentra en los libros de auto ayuda y en los cursos de respiración del gurú Raví Shankar. 

Pero sí hay razones para pensar que en tiempos difíciles, nos sobran motivos y representatividad para resistir políticas que van en contra de los intereses del país y de la mayoría de la población.

Y para eso hay que mantener la organización y volcar la acción política a los distintos ámbitos según sea necesario. El Congreso, los medios alternativos de comunicación, las organizaciones sociales, los sindicatos, o las plazas serán algunos de los canales de expresión que habrá que utilizar.

Y empezar por no desanimarse, por no bajar los brazos, porque tenemos las herramientas para impedir –o al menos intentarlo- la aplicación de medidas anti populares que afectan siempre con mayor virulencia a los más humildes, a los trabajadores y después a la clase media.

Esa misma clase media que en un porcentaje importante, se dejó seducir por la escenografía y el lavado de cerebro de un discurso ambiguo y milagrero propio de secta religiosa. Y votó al líder sectario, Mauricio.

Ante un nuevo intento de restauración conservadora y reaccionaria, tengamos presente que ya otras veces se atravesaron épocas muy difíciles, como la revolución fusiladora del 55', la proscripción del peronismo, los golpes de estado como el del 76, el menemismo o el incendio del país en el gobierno de la Alianza en el año 2001, con muchos  protagonistas y responsables del infierno hoy reciclados en el PRO.

Pero después de los momentos difíciles, siempre hemos resurgido. El altísimo porcentaje de votos del FPV luego de doce años en el gobierno, demuestra lo acertado de las políticas del kirchnerismo, con su visión industrialista, de acento en el desarrollo, en el mercado interno, en la producción, en la investigación, la ciencia y la educación pública, el desendeudamiento del país, la preservación de los intereses nacionales, y la adopción de una postura digna e independiente ante los intereses extranjeros.   

Después de los momentos difíciles, siempre hemos resurgido. Y esta vez no será la excepción. A no bajar los brazos.

Fuente: Nestornautas