jueves, 25 de agosto de 2011

“Las premisas de Binner son falsas”

Entrevista a Débora Ferrandini

Por Manuel Costa.

La médica generalista que hasta hace días ejerció como viceministra de Salud provincial, rechazó –en una entrevista concedida a Redacción Rosario en la que expone el complejo entramado que concluyó en su dimisión– el discurso proselitista del candidato a presidente y gobernador santafesino, Hermes Binner, por considerarlo sujeto a “falsas premisas”.

“No se puede construir negando la diferencia. Creo que hay que reconocer el conflicto para superarlo. Si no, circulamos en un discurso vacío, y cuando el discurso se vacía de conflicto, se constituye en hegemónico de una manera autoritaria”, señaló la ex funcionaria.

Colores primarios

En su discurso de campaña, Binner no se cansó de endilgarle a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner el llevar adelante su gobierno “en términos de blanco y negro”, e insistió en contraponer a ese concepto su llamado a gobernar en “celeste y blanco”. Lo hizo ante casi todos los micrófonos que se le arrimaron, lo repitió tanto en la previa como en el epílogo de las primarias, y hasta por medio de un mensaje proselitista al que denominó Carta a los argentinos en el que el candidato socialista llamó además a “terminar con la personalización y la partidización del gobierno y del poder”.

Sobre esos aspectos del discurso del gobernador giró un tramo del extenso diálogo que mantuvo este medio con Débora Ferrandini, a quien se le preguntó si las premisas enunciadas por Binner se condecían con el pedido de renuncia que le transmitiera la jefatura provincial. Y Ferrandini no vaciló en su respuesta:

“Las premisas de Binner son falsas. No se puede construir negando la diferencia. Creo que hay que reconocer el conflicto para superarlo. Si no, circulamos en un discurso vacío, y cuando el discurso se vacía de conflicto, se constituye en hegemónico de una manera autoritaria”.

“No creo que el gobierno nacional esté construyendo en blanco y negro –agregó–, pero sí creo que está poniendo blanco sobre negro. Se toman posiciones ante conflictos fundantes que existen en nuestra sociedad, se construyen sujetos políticos y, que para que un conflicto se sintetice en la arena política, hay que hablar de él. Negarlo, planteando que el celeste y blanco nos incluye a todos en el mismo objetivo es hablar de objetivos únicos, lo cual, además de naíf, es una propuesta autoritaria. Los objetivos son diversos, pero son articulables, son superables en síntesis dialécticas sucesivas, y siempre transitorias. Esta ha sido la historia de nuestros movimientos y creo que es necesario, es urgente encontrar la articulación entre intereses diversos. Esto es lo que caracteriza a los Estados modernos”, aseveró.

La renuncia, el pedido, la justificación y la desmentida

El lunes 15 de agosto, Débora Ferrandini presentó su renuncia formal al cargo de subsecretaria de Salud. Días antes había hecho lo propio el director de Salud Mental, Gustavo Castagno. La repentina salida de ambos funcionarios se trató de mantener bajo la mayor discreción posible, aunque sin éxito, y su trascendencia en los medios disparó una serie de versiones encontradas dentro del oficialismo. Mientras desde un sector del gobierno se corroboraba la versión de Ferrandini, desde otro desesperaban por desmentirla. En el medio, dos reconocidos profesionales de la salud, motores de una gestión sanitaria de las más eficientes que ha visto la provincia.

En una charla mantenida antes de la renuncia, la entonces viceministra de Salud se excusó de ahondar sobre las razones de su apartamiento por hallarse en vigencia la veda electoral. No obstante, el supuesto trasfondo fue abordado por los medios sin sutilezas: Binner había “echado” a dos funcionarios por adherir al “kirchnerismo”, se dijo.

En aquella ocasión, Ferrandini afirmó que ella no había renunciado, sino que se le había pedido la renuncia y se limitó a admitir que, según le había expresado el mismo Capiello, las razones de su separación eran “estrictamente políticas”.

Sobre ese punto, Ferrandini propuso explayarse una vez superada la instancia electoral. En el ínterin, la trascendencia del caso y la crudeza con la que fue abordado motivaron una fuerte reacción del Ejecutivo provincial. Por un lado, el secretario de Información Pública, Rubén Galassi, salió a justificar aquellas razones “estrictamente políticas”. Por otro,Capiello y Binner, a desmentir todo: lo publicado en los medios, lo dicho por Galassi, y lo dicho y no dicho por Ferrandini.

El trasfondo

El mismo día de presentar su renuncia formal, la ahora ex viceministra accedió a una nueva entrevista con Redacción Rosario en la que –además de exponer el trasfondo real del que devino su dimisión– profundiza sobre los aspectos sociales y políticos que estuvieron en debate a lo largo de su gestión en Salud.

“Lo interesante –comienza Ferrandini– es el discurso que manda a la prensa Galassi, en el que sostiene que somos «excelentes profesionales, nada tenemos para decir de su gran trabajo, pero nuestros objetivos son distintos». Yo –continúa– me he formado sobre una premisa fundamental y es la de que los objetivos se reconocen en la práctica. Es decir, de mis objetivos y de los del colectivo de trabajo del que formo parte, se da cuenta de lo que hacemos, porque se construyen en lo que hacemos, y en los modos en que lo hacemos. Cuando Galassi dice «nuestros objetivos son otros» está planteando una diferencia con los objetivos que nosotros entendíamos”, señala.

Ferrandini introducía así su enfoque respecto del contexto en que se gestó su forzado paso al costado, aquello que en la primera entrevista calificó como “incompatibilidades entre políticas de Estado y políticas partidarias”. Por qué, luego de años de avalar su gestión, el Ejecutivo provincial tomó la decisión repentina de apartarla de su cargo, en plena profusión electoralista y habiendo consensuado una transición ordenada de aquí a diciembre, en coincidencia con el cambio de gobierno.

La respuesta no es tan simple. Desde el arranque de su gestión en el área de salud, en los albores de la administración socialista en Rosario durante la década del 90,el posicionamiento ideológico de la médica generalista –férreamente contrario a las premisas neoliberales de la época, según asume– no resultó en mayores inconvenientes para plasmar sus convicciones en la práctica. Muy por el contrario, aquella gestión, además de tributarle el reconocimiento en el ámbito político y profesional, fue introductoria a su posterior ejercicio en el área de Salud de la provincia.

Ferrandini lo narra de la siguiente manera: “Nosotros constituimos nuestra oposición al modelo del neoliberalismo durante los noventa, haciendo base en el proyecto de salud de la gestión socialista en Rosario, pero, en realidad, excediéndolo, ya que aquello fue un marco en el que fuimos encontrando y desarrollando la política de salud a partir de las prácticas, con algunas decisiones importantes del gobierno municipal, aunque no necesariamente en plena coincidencia respecto de los objetivos mediatos. Sí –en algún punto– en el propósito de producir gestos en contra del neoliberalismo”.

Luego, aquella “no plena coincidencia en los objetivos”, tanto como “la coincidencia en algún punto” en la oposición al neoliberalismo, se mudaron con ella al ámbito provincial donde la primera fue creciendo progresivamente en detrimento de la segunda.

“Nuestra práctica no tuvo obstáculos importantes dentro del Ministerio –prosigue la ex funcionaria–. Si bien tampoco hubo siempre una adhesión absoluta a nuestra gestión, de ninguna manera esto impidió el trabajo que se llevó a cabo en un marco de mutuo respeto. Dan cuenta de eso los réditos importantes que se tuvieron en términos de resultados para la población y que fueron valorados tanto por la comunidad de trabajadores como por el propio gobierno”.

Esa misma valoración se repitió en boca de Capiello y de Galassi en cada una de sus manifestaciones públicas y de todo aquel consultado por este medio; tampoco fue negada por Binner. Y si el desempeño de ambos funcionarios nunca estuvo en cuestión para ninguna de las partes, ¿qué otras razones le caben a la dimisión de los funcionarios sino las estrictamente políticas?

El punto de quiebre

A meses de estrenar su cargo en la Secretaría de Salud, un episodio que en principio se dio como totalmente ajeno a los menesteres que ocupaban a Ferrandini, resultó ser la raíz a partir de la cual su relación con el Ejecutivo comenzó a cobrar un cariz más abrasivo, hasta alcanzar un “máximo de tensión”–según sus propias palabras–, y que nació en pleno conflicto entre el gobierno nacional y el sector rural.

“Lo que pasa a partir de 2008 –cuenta Ferrandini– es que se le instala (a la administración nacional) un debate sobre cómo pensar la construcción del Estado, incluso la construcción financiera del Estado, que se dirime de una manera que pone en conflicto determinados sectores de poder dentro de la provincia”. Léase aquí, la adhesión del frente gobernante en Santa Fe a la intransigencia del sector rural.

“Es ahí cuando aparece una perspectiva conflictiva entre nuestro posicionamiento de defender la intervención estatal y garantizar su soberanía financiera –avalando medidas como las retenciones o políticas sociales universales, con todo lo que esto implica ideológicamente– y el alejamiento progresivo de estas posiciones por parte del Frente Progresista”.

Esa perspectiva conflictiva que menciona Ferrandini, nacida a partir de su aval explícito a la posición del gobierno nacional, en lo que resultó un atolladero del que la presidencia a duras penas logró emerger, se mantendrá, según su relato, a lo largo de su gestión en la Secretaría de Salud “hasta eclosionar en una candidatura (la de Binner) opositora al gobierno de Cristina Kirchner. Fue entonces cuando nosotros llegamos a un máximo de tensión que nos llevó a una discusión muy profunda, en la que se decidió seguir hasta diciembre”. Lo cual, finalmente, no sucedió.

“Cuando nosotros empezamos a plantear diferencias con la estrategia política que está teniendo el gobierno del Frente Progresista, reflexionamos desde el interior de este colectivo de trabajo respecto de si era legítimo, si era ético y si era políticamente aceptable continuar en una gestión en función de estas diferencias”, dice Ferrandini, y agrega: “Entendimos que expresiones como las que yo venía haciendo públicamente en favor de políticas sociales nacionales iban a producir y, de hecho lo hicieron, cierto escozor en algunos sectores del frente gobernante, que podía constituirse en alguna tensión, pero que no tenía que ser yo la que la resolviera planteando una renuncia, ya que consideramos que no se justificaba abandonar la política de Estado que se venía construyendo en la región, los logros alcanzados, por una cuestión de estrategia política macro”.

Ferrandini detalla que el ministro de Salud coincidió siempre con ese último razonamiento. Era, a esas alturas, insostenible la posibilidad de una continuidad luego de diciembre, pero igual de inadecuada e innecesaria, una salida anticipada.

“Es inentendible que de pronto surja esta medida, que no vino planteada en términos de transición –de hecho, nosotros estábamos planificando una serie de intervenciones importantes en distintos sectores de la provincia, calculando que en diciembre dejábamos nuestros cargos, pero dejando esto en marcha para que los sucesores tuvieran una base de apoyo desde donde continuar”, dice Ferrandini sin salir aun de su asombro.

“Lo que sería interesante discutir es qué determina que, de pronto, esta construcción de política de Estado pase a un segundo plano en relación a la lealtad partidaria”, se pregunta finalmente. “Nadie me dio una explicación, no la escuché. Me hubiera gustado que pudiéramos debatir públicamente, y fraternamente, porque entendía que este debate hay que darlo, porque me compromete”, concluye.

Fuente: Redacción Rosario