lunes, 16 de enero de 2012

Palos en la rueda

Hay cosas en política que son difíciles de llevar a cabo sin complicaciones. Decía este autor de publicaciones, en su última nota, que el cierre definitivo de Guantánamo no le es fácil a Obama por los impedimentos de la derecha de su país; o en simple español, por ‘los palos que la derecha le pone en la rueda’. Este patrón, amén de los distintos protagonistas, razones y formas, se repite en nuestro país y en Europa, lugares donde la nueva moda del verano parece ser la de poner palos en la rueda.

En el viejo continente, por ejemplo, a las calificadoras de riesgo se les dio por ponerle algunos palos (como si no tuviera ya varios) en la rueda a las economías de los países europeos. La Standard & Poor’s no escatimó, le rebajó la nota a nueve de los diecisiete países de la eurozona. A Francia y Austria los degrada de la óptima AAA a la AA; a España, Italia, Portugal y Chipre los rebaja en dos grados desde ya no cómodas posiciones; y al resto (Malta, Eslovaquia y Eslovenia) solo les baja un grado. Así, mientras las inversiones se alejan de esos países, más utópica y difícil de encontrar será la solución.

Es lamentable que el poder y la impunidad que tienen las calificadoras para enterrar economías enteras no lo hayan tenido –o usado- nunca para desenterrarlas, sino tan solo para “opinar” y con esa opinión sacudir a la economía mundial. Así lo cree también el autor de la muy recomendable nota del diario español El País titulada “Retirar la triple A a Moody's y S&P”. Como vemos, sin embargo, como ahora las víctimas de las calificadoras son las potencias mundiales, la situación es otra. Si el FMI, la Standard & Poor’s y los demás entes financieros mundiales existían para controlar al tercer mundo y mantener el esquema neocolonialista de las potencias sobre ellos, como teorizaba en la publicación anterior, ¿seguirán siendo de algún uso hoy? ¿Podemos acaso soñar con sus disoluciones o –al menos- con algún control sobre ellas?

A nivel nacional el que practica esto de poner palos en la rueda es el jefe de gobierno Mauricio Macri. Su víctima principal es la Legislatura porteña –compuesta por catorce partidos, incluyendo al mismo PRO-, que lleva 94 leyes vetadas en lo que va de la gestión macrista. Entre esas 94 leyes vetadas (que son récord ya que Ibarra vetó 93 en casi dos mandatos y De la Rúa y Telerman solo 40 y 37, respectivamente, en sus períodos de 4 años como jefes de gobierno), se encuentran algunas aprobadas por el mismo bloque de diputados del PRO y por unanimidad; algo improbable para alguien que defienda las instituciones como dice hacerlo Macri. Pero este accionar del “Capitán Veto” –como lo apodó Julio Raffo, jefe del bloque legislativo de Proyecto Sur- no va solo en contra de los legisladores y los beneficiarios de las leyes (siempre la gente postergada, como se deduce del estudio de Daniel Filmus relevado por Página 12) sino de los propios ciudadanos que votaron –mayormente por él incluso- en julio pasado. Porque vetar las leyes es no darle cause a la autoridad de los legisladores para legislar según creen conveniente en favor de sus representados, amén de las leyes que hayan intentado sancionar. Para los muchos que se manifiestan a favor de la división de poderes y de la soberanía de los órganos legislativos –en contra de la subordinación del PL por el Poder Ejecutivo-, esta es una oportunidad perfecta para demostrarlo.

Lo que nos lleva a otro que dice defender a las instituciones pero que su propio accionar lo desmiente: el Momo Venegas. Apelando a los jueces más maleables cual Grupo Clarín ante la Ley de Medios, Venegas desoyó la sanción legislativa del Estatuto del Peón Rural, aprobada por la casi unanimidad de ambas cámaras (174 votos de 179 y 68 de 69 en diputados y senadores, respectivamente). Siendo que ni siquiera es una ley votada por el kirchnerismo o ningún otro partido en solitario, esto que hace quién dice representar a los que en realidad perjudica, no es otra cosa que poner palos en la rueda y no dejar trabajar a nuestros representantes en el Congreso, dándole vía libre a la democracia argentina. Pero se ve que esta de moda, ¿no es cierto?

Fuente: Visto desde el Sur