jueves, 3 de mayo de 2012

“El Choripan y La Coca”... El intento hegemónico de “noventizar” la política

La nueva emergencia del ejercicio de lo político, en diferentes espacios, desde lo territorial hasta el espacio virtual,  ha generado, por parte de los medios hegemónicos, y sus columnistas estrellas, toda una serie fenómenos intentando des-politizadores del proceso, que incluye desde la estigmatización de los sectores juveniles, la mención en termino degradante del concepto del termino periodismo “militante”, desperonización de la figura presidencial, así como re-establecer una relación entre un proceso de militancia rentada por parte de quienes son adherentes del proyecto del gobierno nacional.
Esta ultima acusación, tiene dos espacios centrales hacia donde se dirige, al proceso de movilización y como también a quienes desde el ciberespacio han colocado en tensión el consenso hegemónico impuesto por los medios cascarones de proa de los intereses económicos.
El uso de esta estrategia, pretende instalar la idea de una militancia vinculada al proceso de una distribución de recursos, en este caso económicos, es decir, intentan instalar la idea que lo político se mueve con la estructura de las relaciones laborales de la esfera privada, de esta manera el “militante” seria un asalariado, que actúa como eco de resonancia de una voz del poder.
La estrategia consiste en reutilizar ciertas categorías, no comprendidas en su complejidad y no afirmadas de manera implícita, para definir los movimientos sociales y políticos en los años 90, tales como “redes clientelares”, asistencia a los actos movilizados como respuesta a la entrega previa de recursos, movilizaciones no espontáneas, y un largo etcétera, y para el caso de la militancia juvenil, instalar la idea del militante rentado que estaba en el espacio universitario.

El no decir en su complejidad, porque si el uso de redes clientelares en los noventa, fue un uso peyorativo, a estrategias que disponían los sectores subalternos para desarrollar respuestas colectivas al modelo neoliberal, la idea convencional del clientelismo instalada, hacia referencia, a una relación de intermediación entre un referente político y ciertos sectores sociales, a través de la figura del “puntero”, este aparecía en un rol distrubucionista de varios tipos de recursos, sobre una clientela barrial, a cambio de movilizarla para determinados actos políticos, el sujeto subalterno aparece como sujeto de manipulación y sujeto pasivo.
En realidad, la estrategia de los movimientos sociales de desocupados, adquiere un grado de complejidad, que se desenvuelven desde la construcción identitaria de un “nosotros” colectivo, hasta mecanismos de interpelación subalterna, y donde hasta el rol de quien comportaba como intermediario, adquiere un carácter, no solo distribucionista de bienes sino también era voz reconocida entre los sujetos subalternos, así mismo, su rol era a su vez como organizador dentro de los ámbitos de nueva sociabilidad, de cumplir tareas no ejercidas por parte del Estado, un ejemplo de eso son los comedores.

En los medios de comunicación en la década de los ’90, se tendió a convertir casos particulares en casos generales, en medio del proceso de des-politización generado por la aplicación del neoliberalismo, estos configuraban la idea de movilización política de los sujetos subalternos como espacio reproductor de la esfera económica, es decir, transferían la colonización de la esfera económica a la esfera política, de ahí el nacimiento de la frase para describir al sujeto movilizado como sujeto del “choripan y la coca”, que rápidamente prendió en el sentido común de nuestra clase media atemorizada en caer la situación de pauperización.

Con la llegada en el 2003 del gobierno de Néstor Kirchner, se produce una recuperación de la autonomía de lo político sobre la esfera de lo económico, proceso complejo, a travesado por idas y vueltas, que acompaño la recuperación, a su vez, económica del país, que puso en tela un nuevo uso del ejercicio de los derecho sociales, que son base para el uso de los derechos políticos y civiles.
Este proceso de recuperaciones, donde lo político se le incorpora el valor de la relación entre el decir y el hacer, configura un renacimiento de la militancia política, no solo en los sectores juveniles, sino también en los ámbitos sociales y sindicales,  militar significa nuevamente participación ciudadana en el espacio publico, considerado como parte integrante de los ciudadanos, participación que implica movilización, pero también acción en los múltiples espacios del hacer político.
El proceso abierto por el debate de la nueva ley de medios, saco el velo de los intereses en juego detrás de los medios, a su vez, a través de las nuevas tecnologías, permitió la recuperación democrática e igualitaria de la palabra, palabra que pone en tensión, nuevos mecanismos de verificación y formación de opinión…. la palabra gana autonomía respecto la esfera económica.
Por lo cual, el mecanismo de volver a pensar lo político como espacio re-colonizado por relaciones comerciales, instalados por los grandes medios, es parte de una estrategia de comparar el kirchnerismo con el neoliberalismo, sin pensar que al hacer ese comentario, lo que demuestran que lo político ha entrado a la esfera económica, y el debate se realiza con las categorías de lo político.
Por ultimo, la militancia política, en cualquier territorio de lo político, implica una serie de compromisos éticos y políticos con determinados proyectos políticos, el tiempo de militancia, no es tiempo pago, es tiempo de lucha política… como el tiempo de ellos. 

Fuente: Poemas Urbanos y otras cosas