Los cambios en el gabinete de Cristina que se anunciaron ayer admiten múltiples lecturas, desde lo que tiene que ver con los motivos que los dispararon, hasta su proyección política en especial a Santa Fe; a partir de que involucran personalmente a Agustín Rossi; y cualquiera -que no sea Cristina- solo puede conjeturar que factor tuvo más incidencia que el otro, si la necesidad de introducir cambios en el gobierno, o la situación política de Santa Fe.
Del mismo modo y en honor a la brevedad, nos salteamos el primer aspecto (porque aunque sea una obviedad, hay que recordar que en un sistema presidencialista, a los ministros los pone y los saca el presidente), del que diremos simplemente dos cosas: la Argentina debe ser el único país con régimen presidencialista donde la oposición cree que puede opinar sobre los cambios en el gabinete del Ejecutivo, y los periodistas de los medios hegemónicos que siempre presumen de "tener la precisa" quedaron -una vez más- como unos boludos.
Y hasta se puede conjeturar que el hecho de que el "Chivo" haya recalado en el ministerio de Defensa y no en el de Seguridad (área en la que vino trabajando intensamente los últimos tiempos, a partir de la situación de Santa Fe), obedece al hecho de quitarle al socialismo una excusa más para victimizarse por presuntas operaciones o interferencias del gobierno nacional, o agitar el fantasma de la intervención; en éste caso desde el área más conflictiva de la gestión provincial: hace apenas dos días Rossi le pidió a Bonfatti que interviniera la Unidad Regional II de la Policía y pusiera a cargo a un civil, porque la situación de inseguridad en Rosario y zona de influencia es de una gravedad inusitada, y se le ha escapado por completo de las manos al socialismo.
Pero cualquier análisis al respecto debe partir del contexto en el que esos cambios se deciden: después del llamado de Cristina en el acto del 25 a organizarse para defender lo alcanzado, y horas después del durísimo discurso de ayer en Lomas de Zamora, con reprimendas para los tibios que no se la juegan en defensa del proyecto nacional y quieren quedar bien con todos: al que le quepa el sayo que se lo ponga, pero al parecer a Scioli el talle le iba.
Claro que esa definición contundente hace ruido por acá, cuando una de las consecuencias de los cambios es que el "Chivo" Rossi no será candidato a diputado nacional por Santa Fe renovando su banca, y abandonará la presidencia del bloque de diputados que ejerciera brillantemente por ocho años.
Porque si alguien se ha caracterizado por bancar los trapos del gobierno nacional en Santa Fe ha sido Agustín Rossi, pagando un por ello un alto costo político y personal; en la provincia que votó para que la gobiernen primero a Reutemann, y después a Binner; decisiones que como se dijo acá, no son tan contradictorias como parecen.
Del mismo modo y en honor a la brevedad, nos salteamos el primer aspecto (porque aunque sea una obviedad, hay que recordar que en un sistema presidencialista, a los ministros los pone y los saca el presidente), del que diremos simplemente dos cosas: la Argentina debe ser el único país con régimen presidencialista donde la oposición cree que puede opinar sobre los cambios en el gabinete del Ejecutivo, y los periodistas de los medios hegemónicos que siempre presumen de "tener la precisa" quedaron -una vez más- como unos boludos.
Y hasta se puede conjeturar que el hecho de que el "Chivo" haya recalado en el ministerio de Defensa y no en el de Seguridad (área en la que vino trabajando intensamente los últimos tiempos, a partir de la situación de Santa Fe), obedece al hecho de quitarle al socialismo una excusa más para victimizarse por presuntas operaciones o interferencias del gobierno nacional, o agitar el fantasma de la intervención; en éste caso desde el área más conflictiva de la gestión provincial: hace apenas dos días Rossi le pidió a Bonfatti que interviniera la Unidad Regional II de la Policía y pusiera a cargo a un civil, porque la situación de inseguridad en Rosario y zona de influencia es de una gravedad inusitada, y se le ha escapado por completo de las manos al socialismo.
Pero cualquier análisis al respecto debe partir del contexto en el que esos cambios se deciden: después del llamado de Cristina en el acto del 25 a organizarse para defender lo alcanzado, y horas después del durísimo discurso de ayer en Lomas de Zamora, con reprimendas para los tibios que no se la juegan en defensa del proyecto nacional y quieren quedar bien con todos: al que le quepa el sayo que se lo ponga, pero al parecer a Scioli el talle le iba.
Claro que esa definición contundente hace ruido por acá, cuando una de las consecuencias de los cambios es que el "Chivo" Rossi no será candidato a diputado nacional por Santa Fe renovando su banca, y abandonará la presidencia del bloque de diputados que ejerciera brillantemente por ocho años.
Porque si alguien se ha caracterizado por bancar los trapos del gobierno nacional en Santa Fe ha sido Agustín Rossi, pagando un por ello un alto costo político y personal; en la provincia que votó para que la gobiernen primero a Reutemann, y después a Binner; decisiones que como se dijo acá, no son tan contradictorias como parecen.
Por esa razón nosotros planteábamos que Agustín debía renovar su banca, porque además está asociado de un modo inseparable a los más importantes logros de la década ganada: sus discursos de cierre en cada debate trascendente del Congreso en los últimos años se convirtieron en una marca registrada de la política argentina.
Pero éste es un año electoral, y en el que se decide el futuro del proyecto político del proyecto iniciado por Néstor Kirchner en el 2003 y que hoy conduce Cristina, y se empiezan a perfilar definiciones sobre el futuro de la Argentina de cara al 2015; y del mismo modo que abogábamos por otro mandato del "Chivo", dijimos que la conducción la tiene Cristina, y que hay que alinearse detrás de las decisiones que toma esa conducción, porque esto es política, y no una asamblea estudiantil.
Y si no aprendamos del ejemplo de socialistas y radicales, que en las dos últimas elecciones presidenciales fueron con candidatos distintos, y no logran cerrar una alianza en el orden nacional, pero en Santa Fe van a ir en una sola lista, elegida por Binner; que se eligió a sí mismo, y eligió a cada uno de los candidatos de los otros partidos del FPCyS (incluyendo a Barfletta, porque desde Griselda Tessio para acá, se arroga el derecho de elegir a los radicales que más le gustan) que se colgarán de su boleta.
A diferencia de otras fuerzas puramente testimoniales, el peronismo (y el kirchnerismo como su encarnación histórica actual) es un partido de poder, que no va a las elecciones para ver que pasa, sino para ganarlas, y gobernar.
Y las elecciones se ganan con votos, y para eso hay que buscar los mejores candidatos, aunque haya alguno que no nos guste; a lo que hay que sumar que en la particular coyuntura política que vivimos, el gobierno no puede correr el riesgo de perder en distritos claves (como Santa Fe), aunque en todos ellos ganen opositores distintos, como consecuencia de ese verdadero rompecabezas que es la oposición al gobierno nacional.
Porque la lectura política que se haría en tal caso es que fuimos derrotados, y en el caso de Santa Fe si Agustín Rossi (cuyas condiciones personales y méritos como militante están fuera de toda discusión) no supera su propio techo electoral (patentizado en su candidatura a gobernador en el 2011) no es culpa de Cristina; que ya quisiera seguramente que las cosas fueran distintas.
Pero como se dijo acá, si uno de los referentes más importantes del kirchnerismo a nivel nacional no logra convertirse en una alternativa ganadora en su distrito de origen (más allá del innegable componente gorila del voto santafesino promedio), por encima de la mediocridad de la gestión provincial de socialistas y radicales, es porque hay otras cosas que se están haciendo mal en Santa Fe.
Y son esas cosas que se hacen mal en el peronismo santafesino (y en lo que a nosotros interesa, en especial en el kirchnerismo local), las que vienen poniendo desde hace años primero a Néstor y ahora a Cristina, en el dilema de hierro de perder con los leales, o tratar de ganar con los dudosos.
La segunda estrategia no está exenta de riesgos, como lo demuestra el ejemplo reciente del "Cachi" Martínez (que entró como diputado en la boleta de Cristina) y su actitud ante la discusión del blanqueo; pero eso se verá luego de diciembre cuando los nuevos diputados se sienten en sus bancas: las elecciones son ahora, y es ahora cuando hay que tomar las definiciones en torno a las listas.
Por no mencionar el dato no menor de que éste año el kirchnerismo pone en juego las bancas ganadas en la elección del 2009 (la de peor resultado de todo el ciclo), que son sólo 38 sobre 116 en Diputados; lo que implica dos cosas: aun sin alcanzar los impactantes números de Cristina en el 2011 debería renovarlas todas y hasta ganar algunas más, y si eso sucede tendría un quórum propio más holgado, y la necesidad de contar con una muñeca política altamente capacitada como la de Agustín en el Congreso, sería menor; al par que un bloque más numeroso está en mejores condiciones de soportar en un futuro lejano alguna que otra deserción de los "dudosos".
Hace pocos días el congreso del PJ provincial cerró un supuesto acuerdo de unidad, en torno al alineamiento expreso con el gobierno nacional y con la conducción de Cristina: veremos, dijo el ciego, porque en el 2011 también se habló de unidad luego del resultado de las PASO provinciales, y ya vimos en que terminó la cosa en las elecciones provinciales; y no nos vamos a extender acá en los vericuetos de la interna santafesina, donde hasta hay algunos que están jugando con Scioli, creyendo que la sucesión de Cristina viene por ahí: ella dejó en claro ayer que, si depende de su decisión, eso es algo que no sucederá.
De todos modos, ese compromiso público es una exigencia para los que sí ingresen en la lista de diputados (confeccionada -a no dudarlo- por el dedo de Cristina), para que hagan campaña con una defensa explícita y sin medias tintas, del proyecto nacional.
La inminencia de los tiempos electorales es una nueva apelación a la militancia y a la dirigencia del Pj provincial para cerrar filas en torno a la defensa del gobierno de Cristina, objeto de ataques desde todos los frentes con especial virulencia en estos tiempos; y para eso el mejor ejemplo lo da el propio Agustín Rossi, que depone toda actitud personal -incluso de cara a su futuro en Santa Fe- para aceptar cumplir el rol que se le demanda en el momento.
Rol que significa además un reconocimiento expreso de Cristina a sus condiciones y a su militancia en el proyecto nacional, porque Agustín no se fue a su casa o a una embajada, sino que será parte del gabinete presidencial: un reconocimiento que le da pleno derecho a seguir expresando al kirchnerismo en Santa Fe, y a seguir protagonizando la política provincial.
CORRIENTE KIRCHNERISTA DE SANTA FE
Fuente: Nestornautas
Pero éste es un año electoral, y en el que se decide el futuro del proyecto político del proyecto iniciado por Néstor Kirchner en el 2003 y que hoy conduce Cristina, y se empiezan a perfilar definiciones sobre el futuro de la Argentina de cara al 2015; y del mismo modo que abogábamos por otro mandato del "Chivo", dijimos que la conducción la tiene Cristina, y que hay que alinearse detrás de las decisiones que toma esa conducción, porque esto es política, y no una asamblea estudiantil.
Y si no aprendamos del ejemplo de socialistas y radicales, que en las dos últimas elecciones presidenciales fueron con candidatos distintos, y no logran cerrar una alianza en el orden nacional, pero en Santa Fe van a ir en una sola lista, elegida por Binner; que se eligió a sí mismo, y eligió a cada uno de los candidatos de los otros partidos del FPCyS (incluyendo a Barfletta, porque desde Griselda Tessio para acá, se arroga el derecho de elegir a los radicales que más le gustan) que se colgarán de su boleta.
A diferencia de otras fuerzas puramente testimoniales, el peronismo (y el kirchnerismo como su encarnación histórica actual) es un partido de poder, que no va a las elecciones para ver que pasa, sino para ganarlas, y gobernar.
Y las elecciones se ganan con votos, y para eso hay que buscar los mejores candidatos, aunque haya alguno que no nos guste; a lo que hay que sumar que en la particular coyuntura política que vivimos, el gobierno no puede correr el riesgo de perder en distritos claves (como Santa Fe), aunque en todos ellos ganen opositores distintos, como consecuencia de ese verdadero rompecabezas que es la oposición al gobierno nacional.
Porque la lectura política que se haría en tal caso es que fuimos derrotados, y en el caso de Santa Fe si Agustín Rossi (cuyas condiciones personales y méritos como militante están fuera de toda discusión) no supera su propio techo electoral (patentizado en su candidatura a gobernador en el 2011) no es culpa de Cristina; que ya quisiera seguramente que las cosas fueran distintas.
Pero como se dijo acá, si uno de los referentes más importantes del kirchnerismo a nivel nacional no logra convertirse en una alternativa ganadora en su distrito de origen (más allá del innegable componente gorila del voto santafesino promedio), por encima de la mediocridad de la gestión provincial de socialistas y radicales, es porque hay otras cosas que se están haciendo mal en Santa Fe.
Y son esas cosas que se hacen mal en el peronismo santafesino (y en lo que a nosotros interesa, en especial en el kirchnerismo local), las que vienen poniendo desde hace años primero a Néstor y ahora a Cristina, en el dilema de hierro de perder con los leales, o tratar de ganar con los dudosos.
La segunda estrategia no está exenta de riesgos, como lo demuestra el ejemplo reciente del "Cachi" Martínez (que entró como diputado en la boleta de Cristina) y su actitud ante la discusión del blanqueo; pero eso se verá luego de diciembre cuando los nuevos diputados se sienten en sus bancas: las elecciones son ahora, y es ahora cuando hay que tomar las definiciones en torno a las listas.
Por no mencionar el dato no menor de que éste año el kirchnerismo pone en juego las bancas ganadas en la elección del 2009 (la de peor resultado de todo el ciclo), que son sólo 38 sobre 116 en Diputados; lo que implica dos cosas: aun sin alcanzar los impactantes números de Cristina en el 2011 debería renovarlas todas y hasta ganar algunas más, y si eso sucede tendría un quórum propio más holgado, y la necesidad de contar con una muñeca política altamente capacitada como la de Agustín en el Congreso, sería menor; al par que un bloque más numeroso está en mejores condiciones de soportar en un futuro lejano alguna que otra deserción de los "dudosos".
Hace pocos días el congreso del PJ provincial cerró un supuesto acuerdo de unidad, en torno al alineamiento expreso con el gobierno nacional y con la conducción de Cristina: veremos, dijo el ciego, porque en el 2011 también se habló de unidad luego del resultado de las PASO provinciales, y ya vimos en que terminó la cosa en las elecciones provinciales; y no nos vamos a extender acá en los vericuetos de la interna santafesina, donde hasta hay algunos que están jugando con Scioli, creyendo que la sucesión de Cristina viene por ahí: ella dejó en claro ayer que, si depende de su decisión, eso es algo que no sucederá.
De todos modos, ese compromiso público es una exigencia para los que sí ingresen en la lista de diputados (confeccionada -a no dudarlo- por el dedo de Cristina), para que hagan campaña con una defensa explícita y sin medias tintas, del proyecto nacional.
La inminencia de los tiempos electorales es una nueva apelación a la militancia y a la dirigencia del Pj provincial para cerrar filas en torno a la defensa del gobierno de Cristina, objeto de ataques desde todos los frentes con especial virulencia en estos tiempos; y para eso el mejor ejemplo lo da el propio Agustín Rossi, que depone toda actitud personal -incluso de cara a su futuro en Santa Fe- para aceptar cumplir el rol que se le demanda en el momento.
Rol que significa además un reconocimiento expreso de Cristina a sus condiciones y a su militancia en el proyecto nacional, porque Agustín no se fue a su casa o a una embajada, sino que será parte del gabinete presidencial: un reconocimiento que le da pleno derecho a seguir expresando al kirchnerismo en Santa Fe, y a seguir protagonizando la política provincial.
CORRIENTE KIRCHNERISTA DE SANTA FE
Fuente: Nestornautas