lunes, 28 de octubre de 2013

No parece que haya "fin de ciclo"

Acá estamos, así estamos

Y llegó el día después de las elecciones, y acá estamos; y pensamos seguir estando.

Se abrieron las urnas, se contaron los votos, terminó la campaña y la guerra de encuestas y operaciones; y empieza la guerra por la interpretación de los resultados, y sus consecuencias; donde por supuesto cada uno tratará de llevar agua para su molino, tomando la parte que le conviene; y nosotros no vamos a ser la excepción: los números reflejan una realidad sobre la que existen distintas miradas y percepciones; y en política todos operan en base a ellas.

Viendo el vaso medio vacío, los números de ayer -medidos contra la impactante victoria de Cristina en el 2011- marcan la pérdida de unos 4 millones de votos (un 21 %) en dos años, que indican sin lugar a dudas que existieron problemas concretos de gestión, que se tradujeron en malhumor social y pérdida de acompañamientos al gobierno; claro que concediendo que una elección legislativa no es absolutamente comparable con una presidencial, y que el 54 % de Cristina tuvo un buen componente de voto volátil que apostó entonces a la seguridad de la continuidad de un modelo que produjo resultados comprobables, antes que la incerteza de un cambio que por entonces metía miedo.

En tren de crítica más puntual (algo sobre lo que se podrá profundizar más en frío, con el paso de los días), compartimos lo apuntado acá por Gerardo, personalizado en la enorme ausencia de Néstor Kirchner: faltó política no ya en la campaña, sino desde aquel triunfo aplastante del 2011, para cerrar frentes abiertos, o minimizar el impacto de ciertos conflictos que probablemente (como pasó con el sindicalismo encarnado en Moyano) eran inevitables, más tarde o más temprano.

Los resultados de ayer abren al respecto una nueva etapa en la que Cristina (cuando se recupere y reasuma en plenitud sus funciones) deberá reconocer la nueva realidad y abrir el juego a otros referentes del dispositivo oficial, que se ganaron a fuerza de votos propios el derecho a ser parte de la discusión sobre el rumbo político futuro del proyecto político iniciado en el 2003.

Por el lado del vaso medio lleno, el FPV revalidó ampliamente su condición de principal fuerza política del país con más del 33 % de los votos (con sus aliados) a nivel nacional (cinco puntos más que en las PASO), y presencia electoral en todo el territorio: desde las PASO para acá sumó más de un millón y medio de votos, en medio de una campaña electoral que debió afrontar en las peores condiciones posibles, incluyendo la ausencia obligada de Cristina u otro accidente de trenes en el tramo final.

Sin que se pueda determinar en que medida, todo indicaría que las medidas que se fueron tomando desde agosto (como la suba del mínimo no imponible de Ganancias, o la actualización de las escalas del monotributo) junto a la consolidación de otras políticas públicas ya desplegadas con eficacia antes (como el programa PROCREAR) incidieron en esos números; lo que invita también a la autocritica: si las medidas se pudieron tomar tras los resultados de las PASO es porque era posible tomarlas; y debió haberse hecho antes.

Los números de ayer (empezando por lo básico: se trataba de una elección legislativa) se reflejan en la cosecha de bancas en el Congreso; un dato no menor, cuando los problemas de salud de Cristina dispararon (y seguirán disparando a futuro) todo tipo de especulaciones sobre la gobernabilidad. Aun con los cálculos más pesimistas de los medios opositores a la vista (las imágenes que siguen abajo son de La Nación), el kirchnerismo tendría quórum propio en ambas Cámaras, sumando sus legisladores y los de sus aliados:
 
Un sistema de alianzas parlamentarias que ha demostrado hasta acá su eficacia, contra todos los pronósticos en contra: allí están los ejemplos recientes de la aprobación del presupuesto, la prórroga de la emergencia económica y de algunos impuestos, aun con los resultados de las PASO a la vista, y la amenaza de garrochazos masivos.

Que no hay que descartar que puedan darse a futuro, pero para eso deben existir incentivos concretos; y hoy por hoy Sergio Massa (la estrella más fulgurante del panorama opositor) será a partir de diciembre un diputado más, en una Cámara de 257, y nucleando un bloque que no llegará a 40 bancas, en el escenario más optimista.

Por supuesto que estamos hablando de política y de peronismo, y todo puede variar; pero el mismo mapa electoral que catapultó a la fama al intendente de Tigre determinó otros ganadores (hacia el interior del FPV) con ambiciones a futuro, y justamente por eso, con escaso interés en que el kirchnerismo se desmadre, y el gobierno tenga dificultades para controlar la agenda e imponer sus iniciativas en el Congreso.

Y las cifras de ayer también dejan claro que es hacia el interior del peronismo donde se dará la disputa por la presidencia en el 2015, dando por cierto que Massa intentará jugar allí su ambición de ser candidato.

En todo caso el nuevo ciclo que se abre a partir de ahora supone discutir cual es el rol que jugará el kirchnerismo (en tanto núcleo duro de apoyos a Cristina, que involucra a fuerzas y sectores no peronistas) en la disputa interna del propio peronismo; cuyo liderazgo indisputado vino ejerciendo hasta ahora.

Con los resultados de ayer (y el mapa político que dibujaron) un eventual candidato presidencial del FPV que logre al menos conservar los votos de la franquicia en todo el país en el 2015, estaría a menos de siete puntos de ganar la elección en primera vuelta, sin necesidad de balotaje: nada mal después de 12 años en el poder, en medio de innumerables augurios de fin de ciclo; ahora repotenciados.

Esos datos marcan hacia el interior del dispositivo del Frente Para La Victoria, la necesidad de ser inteligentes para procesar las ambiciones de cada uno, que sin duda existen y son legítimas; y contener las diversidades dentro de un mismo proyecto político, en tanto éste mantenga los ejes centrales que se desplegaron desde el 25 de mayo del 2003: apuesta al desarrollo del mercado interno y el consumo como motores del crecimiento, inclusión social y avance en la redistribución del ingreso, defensa del empleo, el salario y la producción nacional, política exterior autónoma, desendeudamiento, presencia activa y reguladora del Estado, fortalecimiento de la inversión pública en infraestructura, educación y seguridad social, política de derechos humanos, autonomía de la política frente a las corporaciones. 

Desde que el propio gobierno aprobó la reforma política que impuso las PASO, las reglas para dirimir la disputa interna están disponibles, y hay que saber usarlas.

Pero además y a diferencia del amplio (y fragmentado) espectro opositor (cuyo análisis iremos haciendo en su caso en otras entradas), el gobierno cuenta con la responsabilidad de gestionar el país en estos dos años y pico, y con las herramientas que otorga la legitimidad constitucional para hacerlo.

Por supuesto que en un contexto en el que los otros "poderes" (los que no van a elecciones) lo pueden percibir como debilitado, y actuarán en consecuencia, mostrándole los dientes o tratándole de imponer la agenda.

Y en el que además existen condicionantes estructurales (los problemas con el dólar, la inflación, los déficits del transporte público) que deben atenderse urgentemente, con las decisiones políticas más adecuadas.

Esa circunstancia (de estar en el gobierno, y poder corregir desde la gestión los errores de la propia gestión) se puede transformar en un privilegio o un inconveniente según se acierte con las continuidades y los cambios: de políticas, de instrumentos y -por que no- de ejecutores.

Liderazgo hay (no es la primera vez que Cristina ha demostrado estar a la altura de las circunstancias en momentos difíciles), y acompañamiento de una buena parte de la sociedad,  a lo largo y a lo ancho de todo el país, también; como quedó demostrado ayer.

Que es mucho más de lo que podrían decir otros, tras diez años de gobernar un país tan complejo como la Argentina.


Fuente: Nestornautas