martes, 12 de noviembre de 2013

Listas negras

Como para demostrar que la línea que separa el pasado del presente suele ser a veces un simple convencionalismo, la misma semana que un grupo de periodistas (encabezados por Morales Solá y Magdalena Ruiz Guiñazú) viajaban a Washington a denunciar ante la CIDH supuestas violaciones a la libertad de expresión en el país, se conocían oficialmente las listas negras de la dictadura, que incluían periodistas, actores, cantantes, gente de la cultura en general; silenciados y perseguidos entonces.

Un mecanismo que hasta acá todos suponían que existía, pero del que no había hasta hoy evidencia documental; que demuestra además que -contra lo que se creía- no se trataba de un sistema azaroso y librado a la discrecionalidad de los censores de turno, sino rigurosamente planificado, con categorías de "peligrosidad" y todo.

Tener el nombre incluido en esas listas (que ahora se conoce con certeza que existieron) significaba la censura o la pérdida del trabajo, y aun más: la persecución, el exilio, y poner en riesgo la propia vida. Si se repasa la lista se verá que muchos de los que allí están incluso antes del golpe del 76' (en los tiempos de la tristemente célebre Triple A) sufrieron atentados contra su vida.

Morales Solá (que dijo en Washington que escriben y dicen lo que quiere, pero "no viven tranquilos") era por entonces colaboracionista de la dictadura, y censor: allí está sino el testimonio del inolvidable "Negro" Caloi para confirmarlo.

Y cuando volvieron de Washington, Magdalena se encontró con el asunto de la AFIP y con esa liviandad que los caracteriza, pasaron por encima del hallazgo de la documentación de la dictadura, para victimizarse como si las listas negras existieran ahora, y los incluyeran.

Una tremenda dictadura, el kirchnerismo, que castiga a los disidentes obligándolos a pagar impuestos; cuando perfectamente podría obligarlos a exiliarse, como pensaba hacer Morales Solá, en el 2006:
 

Claro que cuando pasan cosas como las de la AFIP con Magdalena se generan debates al interior del kirchnerismo, como vemos en este post de Gerardo, que sube un video de Gabriela Cerrutti objetando la oportunidad de la inspección.

Lo cual nos introduce en un tema espinoso, y es que, si el gobierno toma nota de que su principal oponente son los medios y está sometido a una guerra cotidiana por el "relato", no debería tomar algunas prevenciones a la hora de lidiar con estos personajes, que siempre intentarán llevar agua para su molino.

El punto es -cuanto menos- discutible; no ya por el remanido asunto de la real incidencia política de los medios en la formación de la opinión pública, sino por el sentido último de la igualdad ante la ley que supone la democracia. ni persecuciones irritantes, ni privilegios o coronitas.

Salvo que pensemos que hay que hacer (como en la dictadura) listas negras, pero al revés: de los tipos a los que hay que tratar especialmente con guante blanco, para no darles oportunidad de que se victimicen.

Como dijimos, harto discutible y para charlarlo un largo rato: sin ir más lejos con ese curro Lanata sigue figurando como monotributista, seguro de que su ofensiva semanal desde la tele (y diaria desde la radio) lo protege de pagar los impuestos que le corresponden, porque si la AFIP lo intimara a hacerlo, denunciaría que es una represalia por ejercer el periodismo independiente.
No olvidemos que venimos de una campaña electoral que se cerró con la repoducción al infinito de un video ilegalmente filmado por un gendarme, para esmerilar a un candidato que es legislador, porque presuntamente no quiso pagar una multa de tránsito.

¿O acaso no rige para Magdalena la misma vara que para Cabandié?
 

Fuente: Nestornautas