lunes, 19 de enero de 2015

La hora de la prudencia

Aun antes de conocerse la muerte del fiscal Nisman, éste enero pintaba políticamente más caliente de lo habitual, y como el anticipo de un año que -todo indica- será bravo; acaso como contrapartida del diciembre más tranquilo en décadas, en el que todos los pronósticos apocalípticos se estrellaron contra la realidad.

Yendo al caso Nisman, apenas superada la conmoción de la noticia, ya sobrevuelan en los medios opositores hipótesis de todo tipo con un grado de irresponsabilidad que asusta (pero no sorprende), y que tienen como único objetivo cargarle el muerto al gobierno.

Al que por supuesto la muerte de Nisman daña, aun cuando se confirmase la hipótesis del suicidio; porque lo que se está haciendo desde minutos después de conocerse el hecho, es sembrar el descrédito y la sospecha sobre sus circunstancias, y sus motivos.

En una maniobra que vincula la muerte del fiscal con la supuesta contundencia de sus denuncias, mientras apunta en simultáneo a poner en un segundo plano como se venía descascarando la operación Nisman, antes de su comparencia hoy en el Congreso.

Si hasta el propio diario La Nación comenzaba a desmarcarse de la denuncia por sus serias inconsistencias (ver acá); y los responsables de Interpol habían desmentido rotundamente al fiscal en cuanto a la conducta del gobierno argentino sobre las alertas rojas contra los sospechosos iraníes.

Tal como pintaban las cosas, todo indicaba que al papelón por su completo fracaso en el esclarecimiento del atentado a la AMIA, Nisman le sumaría otro; tras su paso de hoy por el Congreso.

Decíamos antes que el principal perjudicado por la muerte de Nisman es el gobierno, sobre el cual recaerán todas las sospechas, pero resulta que fue el oficialismo -y no la oposición, ni los medios- el que insistió fuertemente para que la reunión de hoy en el Congreso fuera pública, abierta y transmitida por los medios; generando el inverosímil razonamiento opositor en cuanto a que -de ese modo- trataba de hacer callar al fiscal.  

Tampoco se puede omitir (para poner en contexto la noticia) la naturaleza peligrosa del juego que se prestaba a jugar Nisman (siempre borderizo con el intento de ruptura institucional), y en compañía de quiénes decidió jugarlo; porque no investigaba precisamente rodeado de Sábato y Favaloro, como si estuviera siendo parte de la CONADEP.

En ese marco y sin arriesgar hipótesis sobre la muerte del fiscal, debe hacerse notar que frente a un hecho de ésta naturaleza hay que preguntarse siempre quien resulta perjudicado, y a quien beneficia: el modo en el que los medios salieron rápidamente a capitalizarlo es llamativo, como si Nisman les conviniese mas muerto que vivo y sosteniendo su denuncia.
O como si alguien hubiese pensado que, tras los reiterados fracasos en entronizar "héroes civiles" que fueran el catalizador final del derrumbe kirchnerista que vienen pregonando hace años (Campagnoli, Sabsay, Lijo y siguen firmas, sólo por citar los más recientes), hubieran dado con su Cid Campeador; que gana batallas aun después de muerto.

Hace tiempo ya que se intenta instalar permanentemente en el país un clima espeso, de estallido inminente; y los intentos se renuevan con tanta más fuerza, cuanto más se percibe como cierta la posibilidad de un triunfo del oficialismo en las elecciones de éste año.

Hay una especie de obsesión compulsiva por generar inestabilidad institucional, y porque Cristina termine antes su mandato, de la peor manera posible; de la que no vamos a hacer cargo a la oposición política.

En todo caso, su pecado es aceptar formar parte como actores secundarios y en roles menores, de una trama que escriben y desarrollan otros.

De los que están embarcados en esa búsqueda obsesiva del descalabro institucional (los medios opositores, un sector importante del Poder Judicial, hasta los ex espías desplazados del aparato de inteligencia) no cabe esperar prudencia, ni guantes blancos: es gente que ha demostrado con creces (cada uno en lo suyo) ser capaz de cualquier cosa; con tal de lograr lo que se propone.

Lo que impone que la prudencia la tengamos nosotros, porque además tenemos la responsabilidad institucional de conducir los destinos del país, al menos hasta diciembre del 2015.

Cuestión que no significa en modo alguno relajarse y dejar de estar atentos, sino todo lo contrario: redoblar el esfuerzo de sostener el apoyo al gobierno democrático elegido por la inmensa mayoría del pueblo argentino (un compromiso al que debieran -en rigor- sentirse convocados todos), sin pisar el palito ni caer en las provocaciones que vemos a diario; y las que seguramente seguirán viniendo.

Y reclamar -por supuesto- la más amplia y completa investigación sobre las causas y circunstancias de la muerte de Nisman, sabedores de que -cualquiera sea el resultado- la sospecha ya está instalada.

Fuente: Nestornautas