miércoles, 26 de agosto de 2015

Punto de no retorno

Por si a alguno le quedaban dudas, el culebrón de la elección tucumana ha dejado al desnudo la mentira opositora cuando reclama "diálogo y el consenso", o "bajar el clima de crispación", y su proclamado respeto por las reglas de juego democráticas; desde que no aceptan la más elemental: debe gobernar el que determina la voluntad popular. 

Porque al grito de fraude están pidiendo que se vote de nuevo (lo que supone que saben que en la elección pendiente de escrutinio definitivo perdieron), pero sólo en la categoría en la que no ganaron; como si el fraude fuera divisible, o la legitimidad del comicio se pudiera dividir en cuotas.

Todo lo que digan sobre la confiabilidad o no de los sistemas electorales es puro cuento: han ganado y perdido ellos y nosotros, con todos los sistemas.

Con voto electrónico (ese que ahora reclaman como la panacea) perdieron por paliza dos veces éste año en Salta; y con el sistema tradicional ganaron (también dos veces) en Mendoza, siendo nosotros oficialismo; y por ende contando con todos los instrumentos para orquestar un fraude y retener el poder.

En la propia elección de Tucumán, recibieron una paliza monumental hace poco más de dos semana (por números casi idénticos a los del domingo pasado), y entonces no reclamaron fraude, aunque sí empezaron a crear el clima para generar lo que está pasando ahora.

A nosotros nos tocó perder varias veces del 2003 para acá, en muchas provincias y en las elecciones legislativas del 2009 y 2013, y nos la aguantamos sin chistar, ni salir a denunciar fraude o cuestionar el sistema electoral. Será que creemos en serio que en democracia manda el voto del pueblo.

Pero el problema acá es otro, y va más allá de una elección puntual, más o menos controvertida; y es que nos han arrojado fuera del mundo de la política, con moralina de púlpito y dedito levantado: nosotros somos los feos, malos, sucios, ladrones, perversos y asesinos; o todo eso junto, y más.

Ellos -por el contrario- son la encarnación misma de la esencia, la dignidad y las virtudes republicanas, y los designados vaya uno a saber por quien y cuando para custodiar las instituciones; incluso de los "excesos" y "errores" de la democracia, lo que los pone por encima incluso de la propia soberanía popular.

Cualquier "acuerdo básico sobre políticas de Estado" (otra sanata habitual) es entre ellos, nos excluye expresamente a nosotros; aunque hayamos sido cómodamente en todos estos años la principal expresión política del país; que está transitando el mandato constitucional otorgado por más de la mitad del electorado en las urnas.

Esa es la verdadera grieta, y no la quieren salvar porque para eso tendrían que reconocernos legitimidad política, algo que nunca hicieron ni harán, ni siquiera teniendo el 54 % de los votos. ¿O acaso no estamos esperando todavía que Carrió reconozca su derrota ante Cristina en el 2007?

Recordar sino las discusiones en el Congreso cuando el voto joven, la ley de medios o el nuevo Código Civil y Comercial, donde con las excusas de ocasión que nunca les faltan se retiraron indignados, tratando de vaciar de legitimidad al Congreso nacional, y a las leyes que en él se discuten.

Recordar también su negativa a integrar sus representantes en la ASFCA durante más de dos años, o la permanente judicialización de cada medida propuesta por el gobierno para ser discutida en el Congreso (donde manda la Constitución); yendo a buscar a los tribunales lo que no consiguieron ni en las urnas, ni en el recinto legislativo.

Como están sobre-representados en los medios (y si no comparar apariciones televisivas con votos) se terminan creyendo más de lo que realmente son, y por ende cuando se vota y se abren las urnas se sorprenden; y presos de ese microclima (al que nosotros mismos no podemos escapar a veces), terminan creyendo que no sólo son más, sino que son todos. 

Y pasan de no entender por qué existe gente que apoya este proceso político, a buscarle las explicaciones más inverosímiles (que suelen girar siempre en torno al socorrido fantasma del clientelismo), para finalmente no aceptarlo y seguir haciendo lo mismo; como si la gente no hubiera votado. 

Todo esto en realidad es muy viejo, tan viejo que apesta al 55', a Balbín y a los comandos civiles: gente que vive inmersa en la novela de creer que encarna una resistencia civil contra una dictadura; ficción a la que por supuesto terminan contribuyendo torpeza injustificables como la represión de la policía tucumana a los manifestantes que protestaban por el presunto fraude. 

Hay que dejar atrás la ilusión de creer que con estos tipos podés acordar algo, cuando te niegan entidad política, y te corren el arco todo el tiempo; del mismo modo que es ilusorio pensar que todo esto es cuestión de placebos, como discutir cambios en el sistema electoral o analizar si hay que ir o no a un debate televisivo; un show mediático que no sirve absolutamente para nada, en términos de política real y concreta. 

Tratamos con gente a la que cuando no le gusta el resultado del partido, se suben al alambrado para lograr que se suspenda y evitar la goleada; lo que nos pone en la situación de mirar menos lo que hacen ellos, para concentrarnos en lo que tenemos que hacer nosotros. 

Que no es ní más ni menos que gobernar hasta el último día del mandato para el que nos votaron, en lo que Cristina da el ejemplo, cuando le piden que sea el "pato rengo", salvo para hacer lo que ellos piensan que debe hacerse.

Y a trabajar para que nos vuelvan a votar, explicando como lo vamos a seguir haciendo si lo conseguimos, algo que ellos no pueden hacer.

Fuente: Nestornautas