domingo, 29 de mayo de 2016

No es lo mismo el agendado que el pelotudo

Seguramente “El pelotudo argentino” es el post más leído de todos los que publiqué. Ese texto, escrito de un saque y motivado por la bronca que me generó en 2010 enterarme que había gente que no le abriría las puertas a los censistas (y que fue refritado luego de las elecciones del año pasado con una modificación de su párrafo final) logró compilar con gran precisión una serie de conductas típicas de cierto tipo de argentinos, pero también me llenó de dudas porque una divisoria de aguas entre pelotudos y piolas es un corte equivocado que no lleva a ningún lado. Por eso es que luego de pensarlo mucho, llego a la conclusión de que el arte de quienes nos oponemos al gobierno de los ricos y tenemos la necesidad de derrotarlo primero en el debate de ideas y luego en las elecciones, es encontrar el punto exacto donde el ciudadano, rodeado las 24 horas por un sistema de medios que le formatea la agenda y el modo de reaccionar frente a ella, pierde lo poco que le queda de autonomía y capacidad crítica para transformarse lisa y llanamente en un pelotudo.

Es menester diferenciar al agendado del pelotudo porque no son lo mismo. Es un ejercicio parecido al que nos proponía Landriscina cuando marcaba el contraste entre el bruto y el ignorante planteando que el bruto es el mal aprendido y como tal no tiene mucho arreglo que digamos pero el ignorante, en cambio, es como tierra fértil que podrá ser cultivada. En el caso que nos ocupa, el agendado es una persona que en líneas generales responde a los estímulos que le introduce permanentemente el sistema de medios, pero que mantiene algún nivel de independencia. Por ejemplo es ese que cuando repite una gansada, ante un “¿En serio me decís eso?" reflexiona, balbucea, trata de fundamentar y al comprobar que repitió una boludez, no sin dar batalla y refunfuñando reconoce de manera borrosa su error y pone fin a la compulsa. El agendado mantiene un grado mínimo de autonomía que ante una refutación bien fundada y ceñida al sentido común reconoce que ha sido manijeado (El gran mérito del 678 de los primeros años fue recuperar a miles de agendados) El agendado, entonces, es recuperable, pero el pelotudo ya no.

No es lo mismo el que votó a Macri cansado del kirchnerismo y buscando otra conducción que el pelotudo que te discute que el cuerpo de Néstor no estaba en el ataúd. Los dos votan, los dos hablan y reproducen nociones, pero no son lo mismo. El agendado polemiza en torno a Milagro sala, el pelotudo te jura que la vio entrar con lo bolsos llenos de guinta a la quinta de presidencial.

Sería muy bueno que en estos días, donde abundan mensajes en las redes que le achacan a los pelotudos el hecho de que Macri sea presidente, aquellos que estamos en la oposición exprimiéramos nuestras inteligencias para no meter en al misma bolsa a unos y otros, por la sencilla razón de que al agendado se lo puede desagendar, mientras que al pelotudo no se puede hacer otra cosa que padecerlo.