jueves, 27 de abril de 2017

¿Será con la cabeza de los dirigentes nomás?

Ya es historia conocida como llegó la conducción de la CGT al paro general del 6 de abril (empujada en público por la presión de las bases en el acto del 6 de marzo); tanto como lo que pasó después, en el país, en el mundo del trabajo y en la propia CGT.

Sin embargo, no viene mal recordar los hechos: siguieron los despidos tanto en el Estado (los últimos casos conocidos, los de Radio Nacional y otros medios públicos) y las empresas privadas (por estas horas Camioneros lanza un paro por los despidos en Sancor); y frente a la crisis de Santa Cruz el gobierno de Macri le pide a Alicia Kirchner un plan de ajuste que involucra despedir miles de empleados provinciales.

Las propuestas flexibilizadoras del gobierno están a la orden del día, y las plantea como la única respuesta a cualquier problema de la economía: lo que se firmó para Vaca Muerta con los petroleros esperan replicarlo con las automotrices, la industria metalúrgica, la del calzado y los textiles, y su obstinación en imponerlas en el caso Sancor es lo que está a punto de hacer naufragar el salvataje de la empresa; poniendo en riesgo miles de empleos, además de los que ya se perdieron.

Los reflejos represivos del gobierno ante la protesta social están listos a desplegarse como sucedió con la carpa de los docentes, y Peña atribuyó en el Congreso los problemas de empleo a “mala praxis empresarial”; y no a las consecuencias del plan económico.

El presidente ha ratificado en público que no piensa convocar a la paritaria nacional docente ni aunque una ley y un fallo judicial lo obliguen, e insiste en ponerle techo al resto de las otras paritarias: ahí anda la UOM del selectivo Caló (el que no vota mujeres) a punto de lanzar un paro porque al pedido del 30 % de aumento los empresarios le contestan con el 18 % pautado por el gobierno.

Mientras, el presidente viaja a Estados Unidos para inaugurar junto a Paolo Rocca una fábrica de Techint que les dará empleo a 600 trabajadores...estadounidenses; se viene otra ronda de aumentos de tarifas, continúan subiendo las importaciones de textiles, calzados y bienes de consumo que amenazan empleos argentinos.

Los propios datos oficiales dan cuenta de que la economía sigue cayendo a pique, y los salarios “viejos” (con las paritarias a pérdida del año pasado) continúan perdiendo poder adquisitivo con su secuela obvia: la merma en el consumo de bienes esenciales como lo alimentos, por parte de los sectores más vulnerables de la población que destinan a ellos la parte más sustancial de sus ingresos.

Con los datos conocidos de la descomunal transferencia de ingresos por 16.000 millones de dólares de los sectores populares a los más concentrados de la economía, el aumento de la desigualdad y la pérdida de participación de los trabajadores en la distribución del ingreso nacional, la “emergencia social” no arranca, y el“aguinaldo social” sigue siendo una promesa vidriosa.

El gobierno no tiene demasiado interés siquiera en cumplir los pactos que firma con algunos sectores empresariales y sindicales: luego de acordar con la industria de la construcción planea importar casas prefabricadas desde China, y tras el pacto con las automotrices, el 70 % de los autos que se venden en el país son importados, y apura la exigencia a las industrias para incorporar el etanol en un 100 % en los combustibles; poniendo en riesgo más puestos de trabajo. Hasta se apresta a soltarle la mano a Moyano en el negocio de OCA.

Desde su larga gira por EEUU para la asamblea del FMI Dujovne nos advierte que los trabajadores deberán convencerse de que los salarios no le pueden ganar a la inflación, y desde acá Triaca y María Eugenia Vidal profundizan la ofensiva anti sindical: apretadas a los sindicatos disfrazadas como “exigencias de transparencia y democratización”, descuento de días de paro y amenazas de multas y pérdida de personería gremial a los sindicatos docentes. El propio Macri no duda en mencionar en primer lugar a los gremios como una de las principales “mafias” que dice combatir, en cuanta oportunidad tiene.   

En ese contexto, leíamos en Ambito Financiero que la CGT piensa organizar un acto del 1º de mayo muy particular: en un estadio cerrado, con invitados rigurosamente seleccionados (ejerciendo el derecho de admisión, para evitar “infiltrados”), evitando la calle y la movilización. Más allá del difícil contexto que no da para festejos en el Día del Trabajador, fuera incluso de la tradicional liturgia peronista de la que dicen ser celosos custodios.

Pero si el continente es magro, el contenido amenaza ser peor: nada permite inferir que del acto del lunes saldrán precisiones de la central obrera sobre la continuidad del plan de lucha o algo similar, tras el paro general. Por el contrario, Schmid (que sería el único orador) insistirá en el pedido de diálogo a un gobierno que ha dejado claro que no quiere dialogar (aunque diga lo contrario); y en ofrecer a la CGT como un tapón que obture la protesta social, en lugar de liderarla.

Es muy posible entonces que el mensaje transcurra por los mismos carriles de esta nota del propio Schmid en Perfil hace unos días, historiando viejas luchas de cuya continuidad hoy no se hacen cargo; en un tributo nostalgioso a la emoción para disimular la decadencia actual de la conducción de la CGT. Y más aun, “delcañizando” su discurso para obsesionarse en subrayar que el macrismo y la década kirchnerista “son lo mismo”, en lo que a los trabajadores concierne; una conclusión que no resiste el más mínimo cotejo histórico, ni con la opinión predominante entre los propios trabajadores.

Mientras todo esto transcurre se vienen las elecciones, se perfilan las posibles ofertas opositoras y el gobierno disfrutará de su propio acto del Día del Trabajador organizado por el “Momo” Venegas y con Macri como principal orador.

Un modo de decirle que se la fumen bien a una conducción de la CGT a la que le sigue pasando el tren de la historia por al lado, sin que logren demostrar que están a la altura de las circunstancias, lo que no implica que disminuyan la tensión social y las protestas, sino que en todo caso pasarán por otro lado; incluidas las propias delegaciones regional de la central en el interior, o sectores internos con otra visión, como la Corriente Federal de los Trabajadores o el nucleamiento sindical “Saúl Ubaldini”.