miércoles, 19 de octubre de 2011

La única incógnita es la diferencia

Por Hugo Presman

¡Yo creo en vos Francisco! ¡ Yo creo en vos Ricardo! Se daban la mano y se miraban a los ojos. Al terminar las primarias abiertas simultáneas y obligatorias esta publicidad se archivó. Francisco de Narváez decidió salvar algo de la ropa destrozada en el fracaso electoral y encaminó sus pasos hacia Alberto Rodríguez Saá.

Ricardo Alfonsín soportó estoicamente los cuernos, poniendo cara de gozar como nunca. Y descargó su líbido en nuevas publicidades donde aparece gritando en forma desaforada. O para repetir la palabra gastada: crispado. Actuando un papel que no corresponde a su personalidad. Para aspirar a un cargo que le queda grande. Como la distancia a la que quedó de Cristina Fernández.

La candidata a diputada más conocida de la alianza Alfonsín-De Narváez, es la asumida “hormiguita” Graciela Ocaña, que después de itinerarios variados ha descubierto, con una percepción sorprendente, la vocación de cambio del ex propietario de Casa Tía.

Se desconoce si lo más expuesto de su personalidad es su candidez o su ingenuidad.

Eduardo Duhalde siguió vociferando sobre un presunto fraude, después de quedar tercero a más de 38 puntos. A ningún hincha de fútbol se le hubiera ocurrido protestar, y es mucho decir, porque el árbitro no cobró el off-side en el octavo gol que sufrió su equipo que quedó en cero.

Una vez que se asimiló dificultosamente la paliza, habló de unidad, consenso y orden. Sostiene que hay que gobernar sin enfrentamientos, es decir sin afectar intereses. Sin lugar en el espectro electoral, decidió ubicarse en la derecha extrema e intentó alinear al establishment, el que una vez conocidos los resultados en las primarias decidió no invertir en perdedores: acostumbrados a ganar, no suelen apostar a pura pérdida. Duhalde ocupa el lugar que le corresponderá de aquí en adelante por derecho propio a Mauricio Macri. Se opone a la ley de medios, al matrimonio igualitario, a la estatización de las AFJP, propone bajar en algunos casos o eliminar en otros a las retenciones, sustituyéndolas por endeudamiento y el regreso al Fondo Monetario Internacional. Quiere terminar con los juicios a los instrumentadores del terrorismo de estado.

Sostiene que hay que unir a los argentinos y desde el 14 de agosto está peleado con su candidato a vicepresidente Mario Das Neves. Es posible que quede quinto y con su futuro hipotecado.

Está en la zona de promoción, más cerca del descenso directo.

El presidente del Partido Federal, el desubicado Felipe Solá, recuperó alguna célula peronista sobreviviente de su cuerpo, renunció a su partido y se encamina a un regreso penoso hacia donde nunca debió haberse alejado.

Alberto Rodríguez Saá realizó en términos relativos una buena elección en las primarias y lucha por un tercer puesto. Personaje pintoresco, con rasgos surrealistas, su equipo publicitario lo presenta increíblemente como un vendedor de wifi.

Hermes Binner pega el salto del cuarto al segundo puesto, desde el cual no se divisa al primero, recibiendo una parte del voto antikirchnerista que se alarma por el desequilibrio legislativo.

Tiene un parecido insípido y político con Tabaré Vázquez, el ex presidente uruguayo que acaba de protagonizar un revival de “La Armada Brancaleone”, aquella película de Mario Monicelli del año 1966. Pensó defenderse de un ataque argentino con cinco aviones, combustibles para 24 horas, y ante la dura realidad de sus fuerzas pidió el apoyo, nada menos, que de George W. Bush. Lo que se dice un estadista, bien mirado por los medios dominantes de la Argentina.

Binner deberá mirarse en el espejo de Pino Solanas y su difunto Proyecto Sur: confundir votos coyunturales como si fueran propios. Por el momento es uno de los que sale bien parado del tsunami cristinista.

En zona de descenso directo está la Coalición Cívica. La empresaria en demoliciones Elisa Carrió corre el peligro de quedar por debajo del Partido Obrero, después de haber llegado a ser, hace dos años, la segunda fuerza. Su ego es tan incontrolado que está dispuesta a poner su yo como propietaria y artífice de la derrota de su partido. Apocalíptica, desmesurada, con guasadas, boutades, incompatibles con su formación, insiste en un camino que la lleva a un precipicio del cual la primera en saltar será la experta en traslados partidarios, la obediente clarinista Patricia Bullrich.

El segundo candidato, Fernando Iglesias, discípulo de Juan José Sebreli, jugador de vóley, bailarín de tango, impulsor de spots publicitarios asqueantes, ya está buscando trabajo como periodista. Su carrera de provocador módico está concluyendo. El periodista Eduardo Aliverti califica a la rolliza candidata a presidenta como “paciente psiquiátrica ambulatoria”. Su penúltima declaración altisonante y falaz, ubica a Cristina Fernández como un sosias de Mariana Nannis, la frívola esposa del ex jugador Claudio Paul Caniggia, de un coeficiente intelectual escaso. Afirmó: “Es eso, es Nannis, rodeada de veinte carteras” Imperturbable a sus sistemáticos pronósticos fallidos dijo: “Ahora viene la persecución y la cárcel para periodistas, sindicalistas de izquierda y políticos de la oposición”.

El Partido Obrero va por el milagro de incorporar a algún diputado. De conseguirlo, sería prudente y moderado que no lo consideraran como el vuelco del proletariado hacia las trincheras revolucionarias y que Jorge Altamira tuviera el buen gusto de no compartir un Don Perignon con Samuel “Chiche” Gelblung.

Otro sobreviviente con futuro, por haber bajado su candidatura presidencial y hacerse fuerte en la ciudad de Buenos Aires es el empresario Mauricio Macri. Uno de sus seguidores, Miguel del Sel, que hizo una excelente elección en Santa Fe, hace campaña por Eduardo Duhalde. Es fácil explicar el motivo. Sus recientes declaraciones en Mendoza pueden ser suscriptas por su mentor y por el ex senador que ejerció la presidencia. Afirmó con relación a la asignación por hijo: “El dato que tengo es que hay más pibitas embarazadas porque ha provocado que se embaracen. Quizás para tener plata a los tres meses”

Una elección definida, ha llevado a que algunos candidatos presidenciales, en un hecho de escasos antecedentes, a que bajen real pero no formalmente la máxima postulación para destinar sus esfuerzos a alentar alguna expectativa en sus representantes en el plano legislativo.

Ante esta pulverización de la oposición, Cristina Fernández, más allá de algunos tropezones, (caso Schoklender, caso Sobrero, etc), marcha en coche hacia la reelección.

El establishment le empieza a descubrir virtudes que hasta ayer despreciaban y a ser permisivos con los defectos. Hasta el Coloquio de Idea, caracterizado por pavonearse de lo que carecen, ha hecho una apertura hacia los nuevos tiempos.

Los que permanecen en sus trincheras disparando obuses y bombas son los medios dominantes.

La Nación, Clarín y Perfil son verdaderas incubadoras de periodistas “independientes” y “veraces”. Algunos están tan colonizados que adoptan orgullosamente como empleados el discurso del empleador.

Desde el 2003 una bisagra se ha puesto en la historia del país.

Por todo ello es que la única incógnita es la diferencia entre Cristina Fernández y el pelotón lejano de competidores.

El problema hoy no es una oposición deshilachada y fragmentada. Son algunos aspectos de la realidad. Un coctel de crisis internacional, errores a subsanar, continuidades con los noventa a romper, asignaturas pendientes impostergables a enfrentar y solucionar, ojos bien abiertos sobre aliados oportunistas, futuros Cobos. La falta de una oposición trasladará los conflictos al interior del Frente para la Victoria. El fin del mandato en el 2015 avivará rápidamente la sucesión presidencial. En los cien primeros días es imprescindible que se adopten las medidas que permitan fijar la agenda de los próximos cuatro años.

El futuro, como siempre, es tan apasionante como incierto.

Fuente: http://presmanhugo.blogspot.com/